martes, 28 de agosto de 2012

Los Juegos del Hambre. Cato, parte I. 'Esto es por mí'.

Aquí está mi segundo fic. Voy a seguir con mis cosas sobre 'Los Juegos del Hambre' porque, realmente, es uno de los libros/trilogías/historias que más me inspira para escribir.
Ahora voy a meterme en la piel de Cato. Dieciocho años, alto, fuerte, imponente. Probablemente, el más peligroso de toda la Arena (aunque, en mi opinión, Clove y la Comadreja eran peores, pero en fin). Tuve miedo de ese personaje durante todo el libro, eso es cierto, pero me llegó a, digamos, endulzar, con la muerte de Clove. Sí, soy fan de 'Clato'. Tengo otro fic de eso que subiré pronto. A lo que iba, este fanfic está dividido en dos partes. Aquí os dejo la primera y, probablemente esta noche o mañana, subiré la segunda. No dudéis en dejar vuestros comentarios. Espero que os guste.



Sostengo a Clove entre mis brazos hasta que suena el cañonazo. Sin embargo, después de eso, tampoco la suelto y continúo pidiéndole que se quede conmigo, diciéndole que podemos salir juntos de aquí, volver al Distrito 2 y vivir allí juntos. Pero ella ya se ha ido, todo lo que hago aquí es estorbar. Ahora tendré que seguir solo.
Medito mis posibilidades, intentando pensar con claridad lejos de la culpa y el vacío por la muerte de Clove. Solo quedan la chica del 5, a la cual no he visto desde el comienzo de los juegos; la maldita chica del 12 con el chico amoroso, al que seguro ya habrá curado con ayuda de lo que llevaba en la mochila; y el cabrón que ha matado a Clove. Empezaré con él primero y, seguro, daré un buen espectáculo. Ya soy campeón de estos Juegos.
Me separo del cadáver de Clove y le doy un último adiós antes de desaparecer en el bosque. Me niego a quedarme sentado viendo como el aerodeslizador se la lleva. Al menos llegará a casa en buen estado. La rabia se apodera de mí y me dejo caer junto a un árbol, golpeando el suelo con los puños cerrados. Todo es culpa de esa maldita estúpida, la increíble chica en llamas. Caesar Flickerman exageró con respecto a ella, y el chico amoroso no fue menos. No es tan extraordinaria, apuesto a que ni siquiera podría derribarme a distancia. Mató a Glimmer, ¿y qué? Fue una absurda casualidad el hecho de que las rastrevíspulas estuvieran ahí, así que en realidad fueron esos bichos los que acabaron con ella. Sin embargo, supongo que sí mató a Marvel, pues Clove me avisó de que tenía una flecha clavada en el cuello cuando vio el cadáver.  Bah, igual se la clavó sin querer, en un forcejeo, sin haberlo planeado. Ella es patética, y apuesto a que no sabe manejar el arco. ¿Qué puede hacer una imbécil que se limita a dar vueltecitas tontas en las manos de un presentador televisivo, que solo busca caerle bien al público? Su entrevista estaba completamente planeada, incluso la parte tierna en la que habló de su hermanita. Todo ello era una treta, pero yo no trago. Katniss Everdeen no es más que una manipuladora y además orgullosa, que se limitó a presentarse al concurso para demostrar, ¿qué? ¿Qué su distrito merecía la pena? Por dios, unos mineros de mierda jamás llegarán a nada. Está probado. Excepto el borracho de Haymitch Abernathy, que ganó los juegos por puñetera suerte, nadie lo ha conseguido antes. ¿Por qué iba a ser diferente esta vez? Me uniré a los ganadores, como Brutus. Él sí que merece la pena.
Luego está el chico amoroso, otro mentiroso estúpido. Hizo el paripé con nosotros, prometiéndonos entregar a la chica, para luego protegerla. Y eso solo lo hizo para las cámaras, para conseguir patrocinadores y recursos en la Arena. Por dios, su cuchillo no duraría ni un segundo ante mí. Este año, como en todos, el Distrito 12 no tendrá campeón. También está el tío enorme del 11, y ese sí es preocupante. O no, depende. Creo que va desarmado, con que puedo atravesarle de un momento a otro. Pero si tiene algo, lo que sea… es más peligroso. Bueno, también le debo venganza por la muerte de Clove.  Y, por último, la tributo del Distrito 5, pero es una cosa diminuta y escuálida. No sé cómo ha sobrevivido tanto tiempo, pero estoy seguro que no ha sido gracias a sus dotes como luchadora.
Decido pasar la noche aquí, sentado bajo este árbol. Mañana me internaré en los hierbajos para buscar al 11 y ya me preocuparé del resto. El día pasa y el hambre me revuelve el estómago. A unos metros veo un conejo e intento cortarlo con la espada, pero el bicho se escapa. Maldita sea, es listo. Pego otro puñetazo al suelo, haciéndome daño en los nudillos, rabioso. Tengo hambre, sed, y estoy terriblemente cansado. Y encima el animal del 11 se ha llevado mi mochila, que seguro estaba llena de comida. Maldita sea. Cuando la noche cae, resuena en el cielo la sintonía del Capitolio y sale el sello, acompañado de la cara de Clove. La miro durante un rato, pero tengo la mente completamente coagulada de ideas para matar al 11. Después, empieza a llover.
Sí, genial, lo que me hace falta ahora. Gracias, Vigilantes, tenéis unas estupendas ideas. Iros a la mierda. Levanto la capucha de mi chaqueta y me apretujo más contra el árbol, sin conseguir apenas nada. Me quedo dormido, pero despierto a las pocas horas por el estallido de un trueno en el cielo con un único pensamiento en la cabeza: casi prefiero que Clove haya muerto hoy. Debería darme asco a mí mismo, pero, lo cierto es que, en estas circunstancias, es lo mejor que podía haber pasado. Al fin y al cabo, ¿cuánto más va a durar esto? En cuanto mate al tributo del 11, solo me quedarán los románticos y la loca del 5. Todo sencillo. Cuando amanece me levanto y recojo las armas, sin tardar demasiado. Cuanto antes acabe todo mejor. La lluvia continúa, lo cual me molesta, pues apenas puedo ver, pero localizo el llano lleno de hierbas altas y me interno en él. Será sencillo, espero.
Poco a poco voy internándome, preparado para devolver una estocada en cualquier momento. Sin embargo, todo está tranquilo. Demasiado tranquilo. No sé el tiempo que llevo andando, pero me da igual. Lo único importante es acabar con ese monstruo que se ha llevado a mi compañera de distrito. Y, de repente, todo se materializa ante mí.
-      Te estaba esperando – dice el tío, frotándose los nudillos.
Veo que es enorme, un completo armario de casi dos metros, pero no es tan amenazador como creí. De hecho, estoy seguro de que no me va a ser muy difícil.
-      Por eso he venido.
Y, sin esperar más, corro hacia él con la espada en la mano. El filo del arma se hunde en algo y lanzo un grito de vitoria, pero se queda ahogado a la mitad al descubrir que se ha clavado en una porra enorme que sujeta el tío entre sus manos. Maldito cabrón, estaba preparado. La rabia me llega hasta las puntas de los dedos y dejo que actúe por mí, devolviendo estocadas aquí y allá, intentando llegar hasta su carne. Hay un momento en el que llego a rozarle el costado, pero él me asesta un golpe con su enorme puño en la mandíbula. Caigo hacia atrás, manchándome con el barro, y veo cómo él se me acerca, sosteniendo entre sus manos mi propia espada. Estoy perdido… O no. Tengo una idea.
-      ¿Mataste tú a la niña?
Qué?
-      ¿¡Mataste a Rue!?
No le contesto. Le doy una patada a la mano, haciendo que la espada salga despedida por los aires, lejos de él, pero también lejos de mí. Sin embargo, no hay problema. Me abalanzo sobre él, golpeándole con los nudillos en la cara. Le hago sangre en la ceja, cegándolo así, y aprovecho para extraer un cuchillo de Clove de mi cinturón. Pero él contraataca, golpeándome en el cuello, y caigo hacia atrás, dándome fuertemente en la cabeza. Ambos nos levantamos demasiado deprisa, mareándonos. Entre mi visión borrosa, distingo dos mochilas y comprendo que una de ellas es la mía, la que contiene algo que necesito desesperadamente. Comida.
-      ¡Vamos! – digo, bajo el sonido ensordecedor de los truenos. Sé que el público estará pegado ahora a la pantalla -. ¡Mátame!
Escondo el cuchillo en la manga para evitar que lo vea. Él se lanza hacia mí, con las manos directas a mi cuello. Sí, puede asfixiarme, romperme el cuello o pegarme un puñetazo en la nuca hasta que caiga muerto con facilidad. Pero no lo hará.
En cuanto noto que está lo suficiente cerca de mí, clavo el cuchillo con fuerza entre sus costillas. La sangre me empapa los dedos.
-      ¡Esto es por Clove! – grito. Y, por primera vez, no lo hago para hacer disfrutar a la audiencia.
Extraigo el cuchillo y dejo que caiga al suelo de rodillas, tapándose la herida con la mano. Puede que haya perforado un pulmón, pero no estoy seguro, así que me preparo para atacar de nuevo. Pero él también estaba preparado y saca una especie de cuchilla de su manga, directa hacia mí. Primero siento el frío metal rozándome la piel de la pantorrilla, seguido de un dolor agudo y la sangre cálida cayendo. Mierda. Dirijo el cuchillo hacia su cuello, pero él se levanta rápidamente y lo clavo en el estómago.
Bueno, querido Panem, disfruta con esto.
Mantengo el arma clavada en su cuerpo, alimentándose de su agonía. Ya le he dicho que lo hago principalmente por Clove, porque él la mató. Pero tengo que darles algo más a los ciudadanos del Capitolio, algo que recuerden cuando yo salga de aquí y que me distinga del resto de ganadores. Como el tridente de Finnick Odair o los mordiscos de Enobaria. Pero bueno, eso fueron cosas físicas, brutales, algo que solo consiguió derramamiento de sangre. Yo quiero algo más emocional, digamos.
-      ¿Has disfrutado los juegos, amigo? – susurro en su oreja, clavando más el cuchillo.
 Él jadea.
-      Vamos, responde. ¿Has disfrutado viéndote perder?
-      Estás muerto – susurra, cerrando los ojos.
-      Bueno, no será porque me mates tú. ¿Sabes, compañero? Todo esto apesta. Tú deberías seguir vivo.
Ja. Me río de mi propio comentario. Debería haber empleado el tono sarcástico y bromista en la entrevista con Caesar. Habría triunfado seguro.
-      Pero yo lo merezco aún más – concluyo -. ¿Sabes qué? Quiero que cantes.
Oigo en mi cabeza las risas del Capitolio. Seguro que estarán disfrutando como nunca.
-      Voy a contar hasta tres y cantarás. Puede que te deje morir en paz… si no, te rebanaré el cuello.
-      Pues hazlo ya.
Le miro a los ojos y suspiro de manera teatral. Me aparto el sudor de los ojos, sin apartar la mirada de él. Las cámaras están acechando a nuestro alrededor, captando cada una de las cosas que le estoy diciendo.
-      Ya te he dicho que esto apesta – continúo -. Podríamos ser amigos, ¿sabes? – Su palidez aumenta y sonrío -. Pero yo…
Espero encontrar súplica en sus ojos, quizás algo de rabia o simplemente tristeza y miedo. Sin embargo, lo que me encuentro no es nada de todo eso. El tributo del Distrito 11 me mira con dureza, con firmeza, esperando a que le mate del todo o a morir por su cuenta. Puede que esté muriéndose, pero sus ojos no lo demuestran. Parece mucho más sano que yo, y eso me revienta. Trago saliva.
-      Yo no tengo amigos.
Y, acto seguido, extraigo el cuchillo de su cuerpo y lo deslizo rápidamente por su cuello. Cae al suelo, ya sin vida, bañado en un charco de sangre. Genial, solo quedamos cuatro.
De repente, todo el cansancio se me echa encima, pero lo ignoro y me dirijo a las mochilas. Abro la que más me interesa, la mochila verde con el número 2, y empiezo a rebuscar en ella. Hay comida, pero no es lo que más abunda. Encuentro una especie de traje color carne, de un tamaño considerable, y más abajo otro igual más pequeño. Sin embargo, saco este y lo entierro bajo el barro, pues era de Clove y nadie más lo usará. Más tarde averiguaré para qué sirve y para qué me ha dado esto el Capitolio. Encuentro también una serie de pomadas y jeringuillas para curar quemaduras y las picaduras de las rastrevíspulas, pero apenas me tocaron a mí, por lo que tampoco me hacen mucha falta ahora. En la mochila del tributo hay una chaqueta cuidadosamente doblada, de color verde botella, que parece ser impermeable y una caja grande. Abro la caja y descubro que está vacía, así que cojo la chaqueta y la meto en mi mochila. Me levanto, sintiendo un enorme dolor en la pierna al hacerlo, pero no me paro, sino que me dirijo hasta el tributo y le doy una patada en el estómago.
-      Esto es por mí.
Y  así me alejo.

5 comentarios:

  1. Que decirte... ¡Me ha encantado! escribes super bien, espero que sigas escribiendo ^^ En serio está genial ;) Me pasaré en unos días haber si has escrito algo más :) Besos!

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    1. Ay, muchisísimas gracias, por... todo, el comentario, no sabes la ilusión que me hacen cosas así. Escribiré más seguido hasta que empiece el curso, luego solo colgaré uno o dos por semana...
      Un beso <3

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  2. Ooooh. Enserio. Me encanta. Escribes genial :)

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  3. Siempre me imaginé que Thresh moriría sin miedo en los ojos.

    O algo que suene igual de bonito.

    Supongo que Cato infravalora mucho a los Distritos pobres, puesto que es del 2 y les enseñan a pensar así (y los años que preceden a los 74° lo confirman, en general), por lo que aunque no es exactamente el Cato que yo imaginaba, me ha encantado. Es un estereotipo que sus pensamientos sean así de "brutos", por decirlo de alguna manera. Siempre que leo es así.

    ¿La caja que necesitaba Thresh? Lo admito, estoy intrigada. A lo mejor es algo que has escrito para rellenar, pero si no es así me gustaría que me dijeses para qué iba a necesitarla. Pura curiosidad.

    La narrativa genial, igual que en 'Te traeré fresas'. No soy fan del Clato, pero sé que un día de estos escribiré sobre ellos. Idk.

    Ahora me voy a leer la segunda parte :D Ya me leerás, supongo.

    Dragón.


    Mi nombre y cómo voy a firmar a partir se ahora los comentarios en anónimo.

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