domingo, 21 de octubre de 2012

Los Protegidos. 'Todo lo que necesito'.

Hola a todos, bellos :) Esta semana he estado de exámenes y por eso no he podido subir nada, así que ahora tendréis entrada doble. Los Protegidos (de nuevo) y el capítulo 6 de Finnick y Annie. Bueno, no tiene mucha explicación, simplemente que este es el momento que todos los seguidores de Los Protegidos estuvimos esperando durante tres temporadas completas y no puedo hacer nada más que dedicarle un fic. Espero que lo disfrutéis. Un beso de pato :)


 
Se jodió todo. Se fundió la planta, ya no hay cura para los poderes, ni hay cura para Sandra. Se acabó.
¿Qué mierda tiene sentido ahora?
Somos lo que somos. Tenemos que vivir aceptando que tenemos esta mierda, que no vamos a poder vivir como el resto. Que yo no lo digo por mí, porque me da igual, sino por Sandra. Jamás podrá tocar a nadie, o estar con alguien. No podré tocarla.
Hoy tenía un pálpito. Tenía un jodido pálpito. Creía que esta noche, al menos mañana, todo se habría arreglado, y ella seguiría siendo Chispitas pero sin chispas. Hoy era el día, pero estaba equivocado. Está claro que no es. Claro, que tampoco puedo culparla. Tenía que elegir entre protegernos a nosotros o salvar la planta, y probablemente yo también habría hecho lo mismo. Pero el hecho de que jamás podremos tocarnos… Joder.
Levanto la cabeza y la veo ahí, mientras una rama de la planta seca se deshace entre sus dedos, y sé que está llorando de rabia. Espero que no se gire, porque no soporto verla llorar, es algo que me supera. Aunque la entiendo. Ahora que sé lo que siente, ahora que sabe lo que siento, todo debería estar bien. Nosotros tendríamos que estar felices. Pero ¿qué sentido tiene quererla cuando jamás podré tocarla? ¿Cuándo nunca podré besarla? Así, sin más, ninguno. Debería olvidarme, pero no puedo. Lo he intentado una, dos, tres jodidas veces, pero no puedo. Ni siquiera una tía como Claudia, que era cojonuda casi para todo, ni Michelle, que por muy cabrona que fuera, me hacía sentirme casi bien. El problema es que ninguna de ellas era Sandra.
Pienso en el momento en que nos conocimos. El metro, la luz, el calambrazo. La miré una vez y fue como si todo cambiase. Normalmente solía entrarles directamente a las tías, pero no me salía con ella. Era más que eso, era como una especie de interés que no había tenido con otra antes. Y luego pasaron los días y la cosa aumentaba. Pero no estaba bien.
¿Y ahora? Tampoco estará bien a partir de ahora. Jamás será bueno, para ninguno de los dos.
Vuelvo a mirar a Sandra, parada delante del pequeño árbol seco, con las lágrimas por las mejillas, y es casi absurdo cómo me siento caer. Esta era nuestra última oportunidad. Y ya no hay más jodidas oportunidades. Nunca más.
Y, de repente, ocurre.
Las manos de Sandra empiezan a emitir pequeñas descargas que se extienden a lo largo de su piel. No puede pararlo, no puede controlarlo. ¿Significa eso que su poder es más potente ahora y que nunca podrá evitarlo? Una bola de energía empieza a formarse detrás de ella, pequeña, acumulando toda la electricidad que sale de su cuerpo. Creo que ella apenas se da cuenta, y me da miedo, así que decido ir.
Cuando me planto delante de ella, la esfera ya es más alta que nosotros y empieza a extenderse a nuestro alrededor. Tiene los ojos cerrados, con las pestañas húmedas por sus lágrimas, y parece casi tranquila. Recuerdo la primera vez que la toqué, segunda si cuento el primer chispazo. Estábamos leyendo al tío este de las poesías, estudiando para el concurso mierda ese… Bécquer, ese. Y entonces le pedí que imaginase algo feliz y pude tocarle la mano, por un segundo. Ahora es casi lo mismo.
Siento un impulso suicida y, sin tener en cuenta el hecho de que estoy rodeado de la corriente eléctrica más potente que existe, alargo mi mano hacia la suya. Casi parece irreal cuando nuestras pieles entran en contacto y no ocurre nada físico. Digo físico porque ese simple toque significa más que cualquier otra cosa.
Significa un año entero deseando hacerlo así, sin peligro. Significa meses y meses de sueños con este momento, este maldito momento. Es un simple roce, poner mi dedo sobre su mano y que no me dé calambre. Exploto por dentro y cojo con suavidad su mano.
¿Esto es real? ¿O es un sueño? Acaricio su piel, disfrutando de ella, porque este momento es demasiado para nosotros. La bola de energía se ha extendido más allá y nos rodea, como una gran cúpula, aislándonos del resto del mundo, pero no hacía falta para eso, porque me siento a miles de años luz. La miro a los ojos, abiertos levemente, como si tampoco se lo creyera, tratando de despertar. Levanto la otra mano y envuelvo la suya en las mías. ¿Qué está ocurriendo, por qué todo el mundo se para? Ya no existe la pena ni la rabia porque la planta se haya jodido. ¿Qué más da? ¡Joder, la estoy tocando! ¿No es eso mejor que nada? Porque sigue siendo ella, Chispitas, con sus rayos, su electricidad y los calambres, pero sin que ellos aparezcan ahora. Y eso es todo lo que podría pedir
Alargo la mano hacia su cara y acaricio su mejilla. Resulta electrizante, y es irónico el hecho de que me sienta tan lleno de electricidad cuando es ella la que tiene ese poder. Recorro sus poros, acariciando cada uno de ellos, hasta que mis ojos paran en sus labios y las dudas empiezan a asomar por la parte más profunda de mi cabeza. ¿Debería, no debería…?
Oh, mierda, no sé cómo puedo dudar ahora. Alejo cualquier pensamiento de mí y me quedo solo frente a ella, que me mira como pidiéndome que no lo haga por miedo a herirme. Pero no me rendiré otra vez. No más.
Me acerco a su boca poco a poco, esperando esa chispa que aparece siempre, o ese calor que desprende la electricidad que corre, o corría, por su cuerpo, pero no hay nada. Así que simplemente, la beso.
El primer contacto es increíble. Suena típico decirlo, pero es así. He soñado tantas veces con este momento, con todo esto, que aún creo estar en uno de mis sueños. Al final, sí era cierto ese nudo en las tripas que me decía que hoy era el día. Esperaba poder salvar la planta y a Lucía, simplemente eso, pero no algo como esto.
Puede que ya no tenga rayos, pero cuando chocan nuestros dientes, toda la electricidad que tiene y toda la que tengo yo se unen y estallan dentro de nosotros. Después de tanto sufrimiento por esto, no puedo entender cómo la bomba que acaba de eclosionar dentro de mí no me ha destruido, pero para bien. Porque lo que siento ahora no es de este mundo.
Me separo de ella y sonrío, sin forzarlo, sin querer, porque los músculos de mis mejillas parecen tirar de mi boca para que lo haga. Y lo agradezco, porque podría saltar e incluso volar si pudiera mostrar cómo me siento por dentro. Una sonrisa es lo mínimo que puedo hacer. Vuelvo a inclinarme para asegurarme de que esto está pasando de verdad y no es mi imaginación. Mis manos en su cintura, mi frente sobre la suya, nuestras narices rozándose y los labios presionados. No, es completamente real.
Alrededor de nosotros, la bola de energía se hace más y más grande. Casi parece una luna llena. Y la luz ilumina a Sandra como nunca nada lo ha hecho antes. Aunque ella es luz, y me quedo con eso. Los tonos azules, blancos y violetas dibujan formas diminutas en su cara, como si estuviera hecha de diamantes, y quizás sea cierto, porque brilla. Es preciosa.
Así que, cuando me separo y la miro a los ojos, sé que esto habría pasado con planta o sin ella. Porque estábamos destinados a estar juntos, a enamorarnos el uno del otro. Nunca he dicho ‘te quiero’ a nadie, porque me parece algo demasiado grande, pero la miro y sé que se lo estoy diciendo con los ojos. Así que, los cierro y la mantengo cerca de mí, con una sonrisa de imbécil pegada en mi cara. Y por su respiración suave, sé que ella sonríe también.
Las ganas de volver a besarla aumentan y lo hago, colocando mi mano en su nuca para atraerla más hacia mí. Sin embargo, cuando la bola de energía se extingue y nos separamos, casi por reacción, sorprendidos y con cara de bobos, sigo sintiendo como si esa bola estuviera aislándonos todavía. Y no es de extrañar que cuando Lucas, Carlitos y Lucía corren a abrazarla y se la llevan, sienta una pizca de celos. Porque ella es mía, es todo lo que necesito. Y eso no lo va a cambiar nada ni nadie.
Ni siquiera el deseo de querer ver luz en la oscuridad.


 
(Aclaración: La última frase se refiere al origen de los poderes, en el que, según Julia, los poderes son los que son porque los niños deseaban esas cosas y, si recordamos a Sandra, ella tenía miedo a la oscuridad y quería tener luz para no tener miedo. Capítulo 3x12 :3)

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