sábado, 1 de diciembre de 2012

Capítulo 12. 'La princesa del océano'.

Annie movía las manos nerviosa en torno a la tela de su traje mientras se miraba impaciente al espejo. Llevaba una cosita azul, de un azul intenso, como ese color que se forma cuando la luz del sol entra en el agua. Yaden había vuelto a recurrir a la idea de las sirenas, pero no había comparación entre este y el traje del desfile. El vestido dejaba al aire sus piernas, con una falda vaporosa de un azul mucho más blanquecino, como la espuma del mar, y caía por su hombro derecho. Llevaba el pelo recogido, con algunos mechones cayendo en torno a su cara, y los estilistas habían perfilado sus rasgos con tonos luminosos. Sus ojos verdes relucían más que nunca bajo una sombra que apenas se distinguía sobre el blanco de su piel pálida, los labios parecían más llenos de lo normal y le habían pellizcado las mejillas para darle un aspecto más natural. Annie no podía evitar pensar que la habían convertido en una especie de deidad marina.
Lo peor eran los zapatos. Enormes tacones azules, del mismo color que la falda, que se enroscaban en torno a su pantorrilla como algas blancas ascendiendo por el movimiento del agua. Andar con ellos era morir poco a poco.
-      ¿Qué te parece? – exclamó Yaden, expectante. Parecía incluso más emocionado que ella.
Annie dudó. Adoraba el traje, así como el trabajo que Yaden hacía con ella, pero no se veía en él. ¿La vería la gente? ¿Notarían la diferencia entre la chica del mar y la niña que iban a meter en el estadio?
Annie soltó el vestido y suspiró.
-      Me encanta, Yaden – añadió, y fingió una sonrisa.
Yaden dio un saltito y se aproximó hacia ella, con los brazos extendidos para darle un abrazo. Sin embargo, cuando Annie ya estiraba los brazos hacia el chico, él se frenó en seco, con el semblante serio.
-      No queremos estropear todo esto, ¿verdad? – susurró, mirándola de arriba abajo -. Estás preciosa, Annie.
La muchacha se sonrojó. No estaba acostumbrada a ese tipo de piropos. No estaba acostumbrada a ningún tipo de piropo, en realidad.
El momento de comenzar con esa alocada noche llegó demasiado pronto. Tanto ella como Yaden se reunieron con el resto del equipo en el ascensor, pero Annie solo pudo tener ojos para dos personas en ese momento.
Kit estaba impresionante. Ya lo había estado en el desfile, pero Carrie había hecho un trabajo excepcional con él ese día. Llevaba unos pantalones blanco-azulados, en conjunto con el vestido de Annie, y una camisa azul oscura, con detalles en los puños de color verde alga. Realmente, estaba impresionante, pero no era su ropa lo que llamó la atención de Annie. Le habían dejado su moreno natural, al contrario que la noche del desfile, y el maquillaje había hecho sus rasgos más duros. Sus ojos castaños tenían un color más claro en contraste con todo. Annie se quedó boquiabierta.
Pero la belleza conseguida de Kit no era suficiente para igualar a la belleza natural de Finnick.
Su pelo cobrizo, sus ojos verdes demasiado seductores, su cuerpo bajo ese traje oscuro. La suavidad de sus manos cuando le tocó el hombro desnudo para infundirle ánimos. Era muy difícil centrarse en algo cuando Finnick Odair estaba delante.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron de nuevo, se encontraron con que el resto de tributos ya estaban esperando a que comenzase el show. El estómago de Annie se subió hasta su garganta y comenzó a dar vueltas allí. El chico del distrito 5 miró a Kit con una sonrisa desagradable que le dio escalofríos, así que se sujetó al brazo más cercano para no caerse. Al mirar hacia arriba, descubrió que estaba agarrada a Finnick.
-      ¿Nerviosa? – susurró él, demasiado cerca de su oreja.
-      Aterrada – respondió Annie, apartando la mirada.
Ella había llorado delante de él. Según cómo Annie percibía eso, llorar delante de alguien, abrir tus sentimientos de esa manera, implicaba un grado de relación superior al de mentor-tributo. Podía considerarlo su amigo. Pero un amigo por poco tiempo.
-      Recuerda, solo tienes que ser tú. Hoy estás preciosa, con eso ya los tienes.
Annie se sonrojó hasta límites inimaginables. Estaba segura de que era una de las pocas personas a las que Finnick decía piropos. Y se sentía ciertamente afortunada por ello.
-      Muy bien – suspiró él cuando los dejó junto al resto de tributos -. Recordad. Centraos en el público, no en Caesar o en la entrevista. Si os ganáis a la gente, ya lo tenéis.
Annie asintió, y vio que Kit hacía lo mismo. Entonces, Finnick le dedicó una mirada, solo para ella. Una mirada que intentaba darle ánimos.
‘Solo tienes que ser tú’, se repitió a sí misma, una y otra vez, una y otra vez.
-      Buena suerte – dijo Finnick, sonriendo, y se alejó de ellos.
‘Y que la suerte esté siempre, siempre de nuestra parte’, pensó Annie, con resignación.
Colocaron a los tributos en un semicírculo en torno al escenario, en frente de las gradas llenas de gente, que les señalaban y sonreían como si fuese ídolos. Annie temblaba en su asiento, entre el chico bajito de 3, que parecía a punto de vomitar, y Kit. Éste se inclinó hacia ella y la miró con una mirada sexy.
-      ¿Te parezco seductor?
Annie levantó las cejas, sorprendida. ¿Qué estaba…? Entonces lo entendió. Se trataba de su estrategia en la entrevista. Seducción. Desde luego, el físico pegaba con esa actitud.
-      Sí, muy seductor – sonrió ella.
Kit se relamió los labios, satisfecho, y mantuvo esa mirada. Entonces, comenzó el show.
Caesar Flickerman salió al escenario. Ese año, llevaba el pelo y las cejas de un color ocre apagado, con el traje brillante en conjunto. Respondió a la ovación del público una y otra vez, saludando, soltando frases que hiciesen reír a todo el mundo que, tanto en las gradas como a través de la televisión, estaba viéndole. Mientras tanto, Annie no podía dejar de manosear su vestido, nerviosa. Se sentía a punto de vomitar.
Entonces, empezaron las entrevistas. Primero salió la chica del distrito 1, con el pelo liso, normalmente formando un moño en lo alto de su cabeza, suelto con un recogido simple. Llevaba puesta una diadema de grandes cristales y un vestido tan corto que parecía más bien una camisa. ‘Aunque las camisas tapan bastante más que eso’, pensó Annie, mientras la miraba. Sus pechos estaban tan apretados que parecían apunto de salírsele. ¿En qué estaría pensando su estilista?
Las entrevistas, de tres minutos, se iban sucediendo, demasiado lentas para Annie, pues Caesar intercalaba bromas entre tributo y tributo. Cuando el chico del distrito 3 se sentó, nervioso aún, en la silla, no sin antes tropezar, Annie se preparó. Llegaba su turno. Miró a Kit, que le dedicó una media sonrisa.
-      Buena suerte – susurró.
Ella asintió y, cuando Caesar la llamó, se levantó. Todo a su alrededor parecía dar vueltas. Veía a la gente volverse loca con su traje, y vio su cara en siete pantallas diferentes. Se permitió sonreír tímidamente, cogiendo la mano de Caesar, que la ayudó a sentarse.
-      Annie Cresta – comenzó él -. Guau, estás increíble. Tu estilista ha hecho un gran trabajo contigo.
Yaden salió enfocado en varias pantallas, sonriendo orgulloso.
-      ¿Tengo que tomarme eso como un piropo? – susurró Annie, lo suficientemente alto como para que los micrófonos lo captasen. La sala entera comenzó a reír.
-      Por supuesto, Annie, por supuesto – añadió Caesar, con una sonrisa -. Bueno, cuéntame. ¿Cómo encuentras todo esto?
Annie dudó. ¿Tenía trampa la pregunta? Suspiró antes de responder.
-      Bueno, es diferente. La ropa es fantástica. La comida.
-      Sí, la comida – comentó Caesar, cerrando los ojos -. ¿Ha probado el estofado de ciruelas? ¡Es una delicia!
-      ¡Sí! – exclamó Annie -. ¡Realmente lo es!
Caesar cerró los ojos, incitando a Annie a que hiciese lo mismo. Y ella lo hizo, con el eco de las risas del Capitolio de fondo. Se sentía increíblemente estúpida, pero, si a la gente le gustaba y eso le salvaba la vida, estaba bien. ‘Al final, sí tendré que fingir’, se dijo a sí misma.
-      Dime, Annie – dijo Caesar entonces, sacándola de sus pensamientos -. Este es el primer año de Finnick Odair como mentor. ¿Cómo lo está haciendo?
Annie buscó a Finnick con la mirada entre el público, pero lo vio antes en las pantallas y se fijó en él. Era una de las pocas personas a las que la televisión no podía volverle más o menos hermoso.
Pensó en la pregunta de Caesar. ¿Que cómo lo estaba haciendo? Él la había consolado. Le había contado verdades con respecto al interior y el exterior de los Juegos. Y estaba dispuesto a salvarla. Solo a ella. No sabía qué responder, así que, tragando saliva, fue por otro camino.
-      Bueno – comenzó, mirando a la pantalla -, no he tenido otro mentor con el que compararlo.
El Capitolio entero, incluido Caesar, estallaron en risas. Incluso Finnick sonrió, riendo para sí mismo. Annie se sintió verdaderamente bien. Al final, la entrevista no estaba siendo tan odiosa.
-      Muy buena esa – dijo Caesar, limpiándose las lágrimas con un pañuelo amarillo. ¿Para tanto había sido? -. Espero que tu mentor no se lo tome como un insulto.
Las cámaras enfocaron a Finnick, que seguía sonriendo. En ese instante, todas las caras se giraron hacia el chico. Y Annie vio que, tanto hombres como mujeres, le adoraban.
-      Bueno, espero que no lo haga – susurró Annie, siendo sincera.
Caesar le tocó la rodilla desnuda y ella sintió una descarga eléctrica por todas sus venas. Como un calambre. Apartó de inmediato la pierna, como acto reflejo.
-      ¡Me has dado calambre! – exclamó, mirando a Caesar con fingida ofensa.
-      ¡Lo siento, lo siento! – se disculpó él, con una radiante sonrisa.
El Capitolio seguía riendo, sin parar. Y Annie cada vez estaba más cómoda.
-      Bueno, Annie, no nos queda mucho tiempo. Así que, hablemos de algo más serio. ¿Cuáles son tus estrategias?
Annie observó al público, que había dejado de reír. Eran tan manipulables…
-      Si digo algo, dejará de ser una estrategia – señaló ella.
-      Claro, claro – admitió Caesar, llevándose una mano al pecho -. Entonces… ¿cuáles son tus motivaciones?
Annie pensó bien en la pregunta antes de responder.
-      Mi madre. Mi hogar. Seguir viva.
Caesar la miró, con compasión.
-      Sí, a todos, creo, se nos paró el corazón cuando vimos a tu madre desmayarse en la cosecha.
Annie tragó saliva. Acordarse de su madre era una amenaza constante con romper a llorar allí mismo. Intentó contenerse, con los ojos escociéndole por las lágrimas escondidas.
-      Bueno, te deseo la mejor de las suertes, Annie Cresta – añadió Caesar, y, justo en ese momento, sonó el zumbido que indicaba el final de la entrevista.
Caesar se levantó, llevando consigo a Annie. Ella estuvo a punto de caer en los brazos del hombre, de no ser porque consiguió sobreponerse a tiempo. Caesar la llevó hasta el borde del escenario, como había hecho con el resto de tributos, y la presentó al público.
-      ¡Annie Cresta, la princesa del océano!
Y el público estalló en aplausos.
La princesa del océano. Annie pensó en su playa, y los ojos le escocieron mucho más. Tenía que volver a casa. Necesitaba volver a casa.
Cuando volvió a su sitio, vio que Kit ya se estaba preparando. Mientras Caesar entretenía al público, aprovechó para apartarse las lágrimas de los ojos. Entonces, se cruzó con la mirada de Kit, al que llamaron para salir al escenario. Él sonrió, practicando su pose de seductor, y salió con Caesar. Annie respiró hondo. Esperaba que su entrevista hubiese sido lo suficientemente buena para convencer a la gente de que podía volver a casa. De verdad lo esperaba.


8 comentarios:

  1. 1. Buenos trajes.
    2. ¿Has cambiado de Annie?
    3. Me imagino a Finnick en todas las pantallas y me pongo mala.
    4. ¡¡¡¡¡Yo quería leer la entrevista de Kit!!!!! Y que se las de de chulo como que tiene a Annie conquistada... Necesito odiarlo un poco para cuando muera.
    5. Estoy comentando el capítulo.
    6. Voy a añadir algo que no tiene nada que ver con el capítulo y que es malo.
    7. ¿Estás segura de querer saberlo?
    8. Ya... Sigues leyendo pero, ¿segura?
    9. Llevo muchos números... Igual debo parar.
    10. Pues que yo cuando leí los libros de LJDH siempre me imaginé que Finnick y Annie estaban enamorados desde antes de que él fuera a los juegos. Y que ella fue como una estratagema de Snow para atacar a Finnick. Por lo que tu historia no coordina con la de mi cabeza, pero no por ello me gusta menos.

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    1. JAJAJAJA. Qué simpática: Necesito odiarlo un poco para cuando muera. JAJAJA. Y tienes razón.

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  2. Lo de Annie, ¿es por la foto o por la actitud? Bueno, igual te contesto, sea el caso que sea. Si es por la foto, no, sigue siendo Astrid Berges-Frisbey (que es mi Annie perfecta). Si es por la actitud, es verdad que Annie cambia en la entrevista, por lo que en verdad no es tan 'ella' como Finnick le pide que sea. Así que sí, hay un cambio :)
    Con respecto a lo de Kit, bueno, creo que algo de la entrevista viene en el capítulo siguiente. Y lo de su muerte... Bueno, no adelanto nada :3
    Y luego bueno, yo seguía los capítulos de Finnick y Annie de MainstayPro, y esa sería tu teoría, supongo :) Pero, en verdad, la idea de un Finnick mentor me gustaba, y el hecho de tener que elegir entre uno y otro. No sé :)
    Y por lo demás, pues muchísimas gracias por leerme, ya sabes :3

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  3. Ow <3 Que preciosura de fic. ¡Me encanta! Sigue así :)

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  4. Me sacas sonrisas con tu blog, de verdad, no dees nunca de escribir :)

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  5. Escribes genial¡¡¡¡

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