domingo, 21 de abril de 2013

Capítulo 31. 'El cuaderno blanco'.

-         Muy bien, Annie, dime. ¿Qué es lo que te hace sentir bien?
Annie cerró los ojos y vio el mar, su playa rodeada de cuevas y acantilados, más concretamente. Todas las noches, cuando se sentaba a  ver el movimiento de las olas frente al ventanal, forzaba a su mente a encontrar la manera de llegar hasta ella. Intentaba recordar, sacarlo todo a flote. En realidad, ya no importaba quién había sido antes de la ola o si esa persona quería o no volver. Lo único que importaba era encontrar su playa.
Lo había intentado una vez. Durante las primeras semanas, Finnick salió a buscarla, rastreando la Aldea de arriba abajo, sin éxito. Entonces, al regresar de el viaje (a Annie le gustaba llamarlo así, aunque, cuando intentaba pensar qué había pasado durante esas semanas, solo veía caras recubiertas de niebla blanca y largas noches abrazada a la almohada), Finnick la había sacado a la calle. Annie se había quedado parada en la verja que marcaba la entrada a la Aldea de los Vencedores, bajo la atenta mirada de Finnick. Habían paseado a lo largo y a lo ancho, entre las casas, pero Annie se encontraba cada vez más perdida. Al final, frustrada, se sentó en el suelo y se puso a llorar.
Esa playa era, en definitiva, lo que más echaba de menos, o bien lo único que podía echar de menos, al ser lo único de lo que era consciente que había sido parte de su pasado.
-         ¿Annie? – preguntó Dexter.
A la muchacha le agradaba estar con él. Era paciente con ella, aunque no jugaban juntos como cuando estaba con Finnick. Dexter únicamente se sentaba a su lado en la mesa durante horas, bien para hablar o para intentar recordar algo.
-         ¿Qué es lo que te hace sentir bien?
-         Mi playa – respondió Annie, sin abrir los ojos.
-         ¿Recuerdas cómo se sentía estar en tu playa?
Annie recordaba perfectamente cómo se sentía.
-         El calor en las plantas de los pies, y la arena haciéndome cosquillas entre los dedos – comenzó -. El agua, fría pero sin hacerme temblar. Y los peces. Había muchos peces, algunos de colores, pero había que nadar hasta adentro…
Dexter colocó una mano sobre la suya y Annie abrió los ojos. Dexter siempre le tocaba la mano cuando quería que Annie parase.
-         ¿Puedes escribirlo?
Annie bajó la vista hacia el cuaderno blanco que tenía frente a sus ojos. Apenas llevaba dos semanas con Dexter y, lo primero que él había hecho el día que se conocieron, había sido darle ese cuaderno. Él siempre le pedía que escribiese o dibujase lo que veía, sentía o incluso oía, si era capaz de describir el sonido. Una vez, Dexter le había pedido que escribiese cómo se escuchaba el sonido de la voz de Finnick, y Annie había sido incapaz de hacerlo. Nada era suficiente.
-         Escribe eso, Annie – continuó Dexter, apartándose de ella -. El calor, las cosquillas, el agua y los peces.
Y Annie escribió.
Se sorprendía siempre de cómo un trozo de madera con una mina en su interior era capaz de deslizarse por un papel y poner todo lo que ella pensaba. Le parecía algo mágico la capacidad de poder ver lo que estaba en su cabeza frente a sus ojos en forma de palabras, o poder ver en su cabeza lo que las palabras describían frente a sus ojos. Su cabeza era como una olla en la que había un montón de cosas moviéndose con frenesí, haciéndola incapaz de ver algo claro, lo que la ponía nerviosa. Sin embargo, a medida que escribía, esas ideas salían de su cabeza, por lo que esta quedaba más vacía y no se sentía tan llena de pensamientos inconexos que lo la llevaban a ningún lado. Dexter lo llamaba “abrir el grifo del cerebro”.

<< La arena de la playa siempre está caliente, como cuando Margaret saca la comida del horno. Sin embargo, la comida se enfría, y la arena de mi playa nunca, aunque haga mucho frío. Y eso es raro, porque el agua siempre está fría, y nunca se calienta aunque haga mucho calor. ¿Por qué suceden estas cosas? Mi piel está fría cuando hace frío, y caliente cuando el sol quema. ¿Por qué la arena y el agua no?
Pero tanto el calor de la arena como el frío del agua son agradables. No hacen daño. No es como poner la mano en uno de los hierros de la chimenea y que se te quede roja y te salgan ampollas. Ni tampoco como chupar un hielo hasta que la lengua te duela y la sientas hinchada. Ni el calor ni el frío duelen. Es más como meterse en una pompa de jabón. Agradable.
La arena es lo más curioso de todo. No es como el chocolate, o como una mesa, dura. Es un conjunto de muchos granitos pequeños, y me hace cosquillas en los pies. Sin embargo, al tumbarme, es como un colchón de plumas. No me hundo ni puedo saltar, pero siento la piel relajada y no me importa que los granitos de arena se me metan en el pelo.
Pero lo mejor son los peces. Primero hay que entrar en el agua y nadar, nadar hasta que te duelan los brazos y las piernas, nadar hasta que los pulmones sean como dos llamas de una hoguera. Y entonces, en una cueva donde siempre da el sol, está la casa de los peces. Colores, son de muchos colores. Como un arcoíris. O como las pompas de jabón al reflejar la luz. O como los ojos de Finnick cuando los tiene un poco cerrados…
Me gustaría ser un pez. Dexter me ha dicho que los peces tienen poca memoria y no recuerdan casi nada. Yo tampoco recuerdo casi nada de mí antes de que la ola me arrastrase. Ese es el primer recuerdo que tengo, el primer recuerdo real. El resto son cosas sin sentido, puntos rojos que de repente me muestran sonrisas, trozos de piel morena, una mano bronceada que me gustaba agarrar… cosas que no sé si existen. A lo mejor la playa, mi playa es uno de esos recuerdos de mentira.
¿Tienen los peces recuerdos de mentira? ¿Recuerdos, al menos? En ese caso, creo que soy medio pez. Dexter me habló el otro día sobre las sinenas…

-         Es ‘sirenas’, Annie – susurró Dexter.
Annie apartó la vista del cuaderno. Alrededor del texto emborronado, había dibujado inconscientemente peces, peces con cada una de sus escamas. Y de repente, durante un segundo, le pareció ver un vestido que parecía arrancado de la misma piel de un pez, colocado sobre una piel pálida, una piel que… podía ser su propia piel.
-         Sirenas, Annie – continuó Dexter -. Continúa.

<< sinenas  sirenas. Eran como mujeres con cola de pez. Yo no tengo cola de pez, ni escamas, y desde luego espero no tener sus ojos, pero si tengo su memoria y me gusta nadar (o creo recordar que me gusta)… ¿no me convierte eso en medio pez? >>.

Annie fijó la vista en el cuaderno, con el lápiz parado en mitad de la hoja. Un pececillo había empezado a formarse en el final de la pregunta, casi partiendo del punto de la interrogación. Annie soltó el lápiz.
-         Dexter…
-         ¿Sí, Annie?
-         ¿Tú crees que soy medio pez?
Dexter la miró fijamente, clavando en ella sus ojos color miel. El hombre sonrió, volviendo a coger el lápiz y colocándolo en la mano de la chica de nuevo.
-         Quizá eres medio pez. ¿Quién sabe?
-         Pero… ¿qué crees tú?
-         Yo creo, Annie – comentó Dexter, apoyando las manos sobre la mesa -, que eres una sirena, pero aún tienes que encontrar la manera de recuperar tu cola.
Annie se miró a los pies, deseando por primera vez no tenerlos. Sin embargo, si no tenía pies, ¿cómo andaría? Los peces no eran capaces de andar en tierra. Su vida se basaba en nadar.
-         Hay un cuento sobre sirenas. ¿Quieres escucharlo?
Annie asintió, sonriendo. Le gustaban los cuentos, aunque prefería que Finnick se los contase antes de ir a dormir. Pero, con la voz de Finnick, tan dulce y pausada cuando narraba sus historias, ella nunca sabía el final antes de quedarse dormida, y Finnick nunca repetía el cuento.
Pero ahora estaba muy despierta.
-         Hace muchos años – comenzó Dexter, tomando el cuaderno y el lápiz -, en el mar del Distrito 4, los pescadores capturaron un hermoso pez gigante. Pero, en cuanto el pez tocó tierra y el agua empezó a secarse de sus escamas, se transformó en una hermosa mujer.
Annie observó cómo el lápiz se movía por la hoja, trazando dibujos sencillos pero que mostraban el cuento con gran claridad.
-         Los pescadores, asombrados por su belleza, le construyeron un enorme palacio de cristal…
-         ¿Existe? – interrumpió Annie, absorta en el dibujo del palacio -. ¿Existe aún el palacio de cristal?
-         Espera. Le construyeron un palacio de cristal en lo alto de un acantilado, con un trono también de cristal. La llamaban ‘la princesa de la arena’ y le llevaron tantos regalos que, al final el palacio estuvo tan lleno que nadie pudo entrar ni salir. La princesa, atrapada, deseaba con todas sus fuerzas volver a tener su cola para nadar por el mar, hacia lo más profundo, donde no hay redes ni paredes de cristal. Tal era su pena que empezó a llorar, a llorar y a llorar, y los pocos espacios vacíos que quedaban en el palacio se llenaron con sus lágrimas, que, por la frialdad del cristal, se congelaron.
Annie observó cómo la princesa se acurrucaba en una esquina libre del palacio, del mismo modo que ella se había acurrucado tantas veces en las esquinas de las habitaciones cuando no sabía qué hacer.
-         Mientras tanto, los habitantes del distrito, debido al amor que sentían por su princesa de la arena, decidieron liberarla. Llevaron arpones y tridentes para destruír el cristal, pero el palacio estaba tan lleno que, al derrumbarse el cristal, era imposible encontrar a la princesa entre tantos regalos. Empezaron a destrozar todos los regalos que ellos le habían hecho con todo su amor, pero la princesa no aparecía.
Annie se llevó la mano a la boca mientras veía cómo los tridentes, los arpones y los puños de los hombres destrozaban todos y cada uno de los regalos que le habían hecho a la hermosa princesa.
-         De repente, uno de ellos encontró una enorme lágrima de cristal con la figura de una mujer encogida dentro. El cristal estaba tremendamente frío y molestaba al hombre en los dedos, por lo que lo lanzó con todas sus fuerzas al agua. Al chocar contra la superficie, la lágrima se rompió, liberando a una sirena, que era mitad pez, mitad princesa. Entonces, los pescadores entendieron que esa criatura jamás podría ser princesa de algo que no era su medio natural, sino que su palacio no tenía paredes, ni ella estaba rodeada de regalos, porque el mayor regalo era el mar, nadar en él, y ella solo sería para siempre…
-         La princesa del océano.
Annie no sabía qué era lo que la había llevado a pronunciar ese nombre, pero de repente se encontró a sí misma dibujando una sirena, vestida con un traje de escamas, con las algas enredadas en su pelo. Y al borde de la hoja, escribió algo inconscientemente, del mismo modo que dibujaba.

<< Annie Cresta, la princesa del océano >>.

 La muchacha levantó la vista para comprobar con Dexter si ese era un pensamiento real o, por el contrario, no era más que otro pensamiento de mentira, pero el hombre no estaba a su lado.
Sin embargo, ese recuerdo, esa intuición tenía que ser cierta. El mar la llamaba como nunca antes lo había hecho. No desde el recuerdo, sino desde un presente muy real; no como si la echase de menos, sino como si la reclamase. No como si la playa fuese suya, sino como si ella perteneciese a la playa.
Annie se levantó. Sabía dónde tenía que ir. Había estado encerrada en una burbuja llena de inconcluencias, en un palacio de cristal, como el del cuento. Habían llenado su cabeza de cosas bonitas, como juegos y cuentos, para alejarla de los recuerdos que de verdad quería.
Y había roto el cristal.
Había encontrado su cola de sirena.
Y ahora la sirena debía volver a su palacio real.



8 comentarios:

  1. Ahora me vuelvo adicta a comentarte.

    ;________________________________________; Perfección pura, dios mío. Lloro. Lo mejor es cuando me he imaginado a Finnick contándole historias en su cama y casi me duermo por como escuchaba su voz y...OMG precioso.

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    1. Ñaaaaaaa, los comentarios son siempre bien recibidos.
      Finnick es mucha perfección. Hay que darle las gracias a Suzanne por semejante personaje.
      Muchísimas gracias <3

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  2. ÚLTIMO PATO DE IDHÚN.

    Te ha gustado la expresión de 'pompas de jabón' y 'burbujas' ¿eh? Ña.
    Me encantó el cuento. Y Annie...God. Es amor. Lo digo siempre, pero es que lo es. Y mucho.
    "Y había roto el cristal." Ejem, Divergente, Paisaje del miedo de Tris, Ejem(?
    Me imagino la voz de Finnick narrando un cuento para Annie y es como que ASDFGHLÑKAFDSNBÑLKA. GOOOOSH.

    "Dexter colocó una mano sobre la suya y Annie abrió los ojos." Y ahí entra nuestro chico azucarillos, lo ve, gruñe y persigue a Dexter por toda la habitación con un salmón congelado. Yep.

    En fin Pato, Clara, C.T.Duck, besadora de ranasPFFFFJAJAJAJAokay, está bien. No, no llores...no fue mi intención...lo lamentBUENO SI, PORQUE TENES QUE SER ESCRITORA, ¿ENTENDIDO? SINO CON LALASÁ TENEMOS TODO PLANEADO. MÉH<3 Seguí así.
    PD: La letra de la imagen que pusiste al final es preciosa. ¿Es tuya? Ña.

    La última Criatura de Idhún.

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    1. Ña, adoro las pompas jajajajajaja.
      Muchísimas gracias, criatura, ña. Pd: Sí, es la mía. Estuve buscando fotos de cuadernos con dibujos de peces, but... No encontré, así que tuve que hacerlo yo :)

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  3. Hoy voy a hacerte un comentario muy serio, C. T. Duck. Es increíble cómo te metes en los diferentes puntos de vista de los personajes. Me he quedado flipando con el 'diario' de Annie y la forma en que cambias completamente el registro, la perspectiva, la forma de escribir.. You know what I mean. Y, encima, cuando pensaba que lo de Annie era suficiente empiezas con el cuento. Aplausos, por favor.
    Por si no te ha llegado con la 'amenaza' de chispitas... ESPERO QUE EN VERANO MUEVAS CIELO Y TIERRA PARA INTENTAR PUBLICAR 'PROYECTO SAM' OR WHATEVER. HE DICHO. Recalco que este es un comentario muy serio, pato -.-'

    Sobre el capi.. SINENAS. Eso ha podido conmigo, hacer una señorita Cresta tan, tan.. Annie (????) debería estar prohibido. Dexter me cae bien, pero no puedo evitar relacionarlo con el Dexter psicópata de la serie y pensar que le va a hacer algo malo a Annie/Finn.. ¿Y SI LO MANDA SNOW? Seguro que es una estrategia para recuperar a Annie y poder vender su cuerpo.. ÑA.

    'Habían llenado su cabeza de cosas bonitas, como juegos y cuentos, para alejarla de los recuerdos que de verdad quería.' Menuda indirecta para Finn.. Psé, que desagradecida es Annie.. Encima que le cuenta historias (sin final) para irse a dormir.

    Proud of being a Fireduck.

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    1. Tus comentarios me motivan de una manera que ni te imaginas, en serio. Es que me dejas mogollón de ajanduhacnak y no sé qué responderte. Gracias, Alba. *Agradecimiento muy serio también*.
      El Proyecto Sam va, ña. ¿Recuerdas que te dije que quedaban diez capítulos? Vale, pues he tenido que alargarlo, porque no me daba para poner todo lo que quiero, méh.
      Yo prefiero no hablar sobre Dexter, ña. Podría spoilerear algo sin querer.
      Ña, en serio. MUCHÍSIMAS GRACIAS.

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  4. ASADASDFADFGAFHAJ. Dios mío, sé que te he dicho como 6546734 veces que escribes que es perfección, pero... ¡ES QUE ES VERDAD! *-* Ejem, todo lo que te quería decir ya está por aquí arriba, so... Te diré (repetiré) que estoy MUY enamorada de este fic, y que QUIERO TENER UN LIBRO TUYO EN LAS MANOS. Porque TIENES que ser escritora. Sí o sí. Y cuando publiques seré una super fangirl de tooooodos tus libros e.e Y si el fandom que te adora se llama ''Fireducks'', me declaro oficialmente como tal e.e

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  5. ÑA, JOPÉ. Cada vez que me decís algo como 'quiero tener un libro tuyo en las manos' o 'tienes que publicar algo' mi cara está como :)))))))))))))))))). Jo, muchas gracias.
    ÑA, FIREDUCKS FTW <3

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