No es
nuevo cuando ella se mueve mientras duerme. No es para nada nuevo, y aun así no
está acostumbrada a dormir junto a alguien, a compartir noches y sábanas y
respiración, incluso cuando sigue echando de menos esas noches durmiendo entre
los brazos de Finn allá en el Arca. Finn era un desastre durmiente, siempre en
movimiento, siempre destrozando las sábanas, pero es diferente esta vez, porque
Clarke no es simplemente un desastre o la encargada de destrozar la cama.
Es
ella la que está destruida.
Raven
suspira y un mechón de pelo castaño sobrevuela sus ojos. Algunas veces desearía
poder dormir sola de nuevo en el silencio de su habitación, solo rodeada por
sus pensamientos y sus sueños y su dolor propio. Algunas veces es ella la que
busca el cuerpo de Clarke bajo las sábanas, temblando como una hoja porque Finn
está muriendo o ella está atada a un árbol recibiendo cortes de los terrestres,
o Abby está sesgando la piel de su espalda como si fuese de papel tratando de
arreglar algo que ya está roto. Y otras veces, como ésta, ella simplemente no
puede dormir porque da miedo dejarse ir al lugar desconocido al que su mente
dormida puede llevarla. Así que, aun así, comparte su cama con Clarke, porque
hacer frente a la oscuridad es más sencillo cuando hay otra mente asustada
haciéndolo también.
Clarke
se mueve de nuevo a su lado. Raven gira la cabeza para ver a su amiga, y le da
pánico el sudor que cubre la frente y el cuello de Clarke, los ojos apretados y
las arrugas sobre ellos según la piel de su ceño se frunce, labios abiertos
susurrando cosas que solo ella puede escuchar. Es terrorífico porque Clarke
está aterrorizada. Clarke se agita
otra vez, un espasmo arrastrándola hacia Raven, y la chica morena desearía
poder despertarla, pero Clarke duerme imposiblemente poco, tan poco que los
círculos púrpuras alrededor de sus ojos azules (más bien rojos estos días) son
ahora constantes. Raven desearía poder despertarla, pero no hace nada,
simplemente espera con un nudo atascado en mitad de su garganta.
‘No te marches’, Clarke solloza en
sueños, manos tratando de alcanzar un cuerpo que no existe, un cuerpo que es
invisible, un cuerpo que está solo en el interior de su cabeza. ‘No me dejes otra vez’.
Raven
debería sujetar sus dedos vacíos.
Raven
debería tratar de tranquilizarla.
Raven
debería devolverla a la realidad.
Raven
debería despertarla y decirle que no es real.
‘Por favor, no te marches, por
favor’.
Pero
Clarke duerme muy poco, y tiene sueños que se transforman en pesadillas tan
pronto se despierta, sueños que Clarke
quiere desesperadamente que sean reales. Así que Raven continúa quieta, con los
ojos abiertos y el aliento contenido.
Solo
pasan minutos en realidad antes de que Clarke se despierte, sin una palabra ni
un movimiento brusco, abriendo ampliamente unos ojos llenos de lágrimas que no
puede contener más. Raven alcanza su mano, apretándole los dedos helados bajo
las sábanas, y se da cuenta de que Clarke tiembla, pero no dice una sola
palabra ni da señales de ello a su amiga. Su pulgar roza la piel del dorso de
su mano, y deja a Clarke llorar en silencio con la cara enterrada en la
almohada.
‘Lo siento’, dice la chica rubia, tragando
con fuerza. ‘No pretendía despertarte’.
‘Ya estaba despierta’, responde Raven, dedicándole
una sonrisa cansada. ‘No hay sueños esta
noche’.
‘Eres afortunada’.
La
sonrisa de Raven se disipa. Ambas han aprendido que los sueños son iguales que
las pesadillas en este mundo, tan dolorosos y aterradores como ellas. Porque no
es justo la luz que tienen en un mundo tan oscurecido, no es justa la falsa
ilusión que crean. La esperanza. Ambas han conocido el dolor de todas las
formas posibles, ambas han luchado y continúan luchando, y no es justo que ni
siquiera se les permita soñar porque incluso los sueños parecen estar
condenados. Condenados a desaparecer, a morir como todo lo demás. Clarke cierra
los ojos y un nuevo torrente de lágrimas dibuja surcos en sus mejillas mientras
caen. Todo el mundo está roto, todo el mundo es un juguete destrozado, todo el
mundo está perdido. La misma Raven es la prueba de ello, nadie es el mismo niño
que era cuando aterrizó en la Tierra, pero todos continúan intentando
mantenerse enteros.
Bellamy
lo intenta, incluso cuando su corazón fue corrompido y le hizo elegir hacer
cosas que se llevaron partes de sí mismo. Lo intenta tan duramente que está
exhausto, pero de alguna manera continúa manteniendo sus piezas juntas por el
bien de su gente. El chico que fue cuando la nave cayó en la superficie se ha
convertido en un hombre que ha tomado duras decisiones, algunas correctas y otras
no tanto, y ha aprendido de ellas dejando carne y sangre y corazón y alma en el
proceso.
Jasper
lo intenta, arrastrando la pérdida de Maya hacia lo más profundo de su pecho.
Él fue el peor en desmoronarse, y sigue diciendo que es débil, pero ¿cómo
demonios puede ser débil cuando sigue vivo después de todo, recuperándose,
sobreviviendo? Se enterró en alcohol y pena, pero ahí está ahora, recogiendo
sus cenizas abrasadas y reconstruyéndose poco a poco. Y Monty también lo
intenta, ayudando a su mejor amigo aunque él mismo no ha tenido tiempo para
llorar a su fallecida madre. Monty lo intenta, contando bromas para ver a
Jasper sonreír y para mantener a Harper lejos de una oscuridad en la que ya se
encuentra; lo intenta rodeado de trabajo y números y cualquier cosa excepto la
soledad.
Kane
lo intenta, guardando en el fondo de su mente lo que hizo mientras estaba en la
Ciudad de la Luz para poder ser el líder que Arkadia quiere y necesita, y Abby
lo intenta también poniendo sus manos y su conocimiento al servicio de
cualquiera, de la tierra o del espacio, para no pensar en lo que Clarke tuvo
que ver o más bien lo que el chip hizo que viera.
Incluso
Raven tiene la certeza de que Octavia lo intenta igual, donde quiera que esté,
llorando a Lincoln en mitad del bosque o luchando contra los árboles, los
fantasmas y los sueños de la misma manera que ella. Donde quiera que esté,
Octavia trata de avanzar porque es una superviviente y eso es lo único que
necesita. No porque sea la niña que vivió bajo el suelo o la chica que era
terrestre incluso antes de pisar la Tierra, sino porque es Octavia Blake y
sobrevivir es lo que siempre ha hecho.
También
Raven lo intenta. Algunas veces despierta en mitad de la noche con una mano
sobre su corazón, sufriendo por Finn y una muerte que llegó como un huracán,
demasiado pronto y demasiado abrupta. Otras su mano descansa sobre su cadera, y
es irreal que pudiese andar adecuadamente antes, que pudiese correr por los
pasillos y perderse en el inmenso espacio. Y otras veces, roza las cicatrices
aún rosadas de sus antebrazos y recuerda cómo fue perderse a sí misma, no tener
control de su cuerpo o su mente, y lo peor es que lo recuerda todo. Encerrada
en su pequeño cuerpo propio como si hubiese sido una jaula. Y Raven intenta,
intenta con fuerza que no ocurra de nuevo, que el mundo no tome los mandos de
sí misma. Lo intenta y continúa moviéndose como puede.
Pero
Clarke, Clarke lo ha estado intentando desde el día uno, porque ella ya estaba
rota y perdida cuando aterrizó. Tenía grietas bajo la piel desde el día que vio
cómo flotaban a su padre en la extensa oscuridad del espacio, y esas grietas no
han hecho más que crecer. Y aun así, ella lo intentaba; Clarke se mantenía
entera porque su gente la necesitaba: los cien la necesitaban, y el Arca la
necesitaba, e incluso los terrestres lo hacían. Así que no se permitió
desmoronarse y sus piezas persistieron juntas. Pero las grietas se convirtieron
en simas cuando la sangre le cubrió las manos. Sangre de la gente del cielo, de
los terrestres, de los hombres de la montaña. Todo el mundo la culpó cuando se
marchó, pero nadie entendió por qué lo hizo, nadie quiso ver que su heroína era
un conjunto de carne andante obligada a permanecer junta. E incluso cuando ella
trataba de desaparecer, regresó para salvar el mundo de nuevo, perdiendo su
libertad, sus esperanzas, sus sueños, pedazos de sí misma en el camino.
Clarke
lo ha estado intentando desde antes
del día uno, y Raven no puede hacer nada más que admirar su fuerza, pero Clarke
vive ahora como si ni siquiera se esforzase en intentarlo más. Todo el mundo
quedó destrozado cuando la Ciudad de la Luz desapareció, pero cuando Clarke
habló acerca de lo que ALIE le había contado, acerca de la radiación y la
destrucción del mundo tal y como lo conocen, no hubo tiempo para la pena o el
arrepentimiento. Cada científico, cada ingeniero, cada individuo se había
enfrascado en encontrar un plan para sobrevivir, respuestas para preguntas
desconocidas, medidas desesperadas para lo que parece la guerra definitiva. Incluso
la mayoría de los terrestres han creído la historia de Clarke y han reemplazado
la necesidad de un nuevo Comandante por una enorme participación en la moción.
Los heridos han sido cuidados mientras todos están ocupados, manteniendo sus
mentes enfocadas en la meta de salvar el mundo en lugar de pensar en cómo se
las robaron.
Todo
es un destrozo, todo va cuesta abajo, todo está condenado, pero todo el mundo
lo está intentando.
Y
Clarke ayuda durante el día, rostro serio y cuerpo rígido. Dibuja mapas, localizando
las centrales nucleares que ya están ardiendo y las que quedan por arder,
estudiando con Raven cómo funcionan para encontrar el modo de pararlas o al
menos hacer algo que evite la muerte de miles. Ayuda a Abby a curar a los
heridos y habla con aquellos afectados por el efecto del chip. Discute con
Bellamy sobre planes que ambos saben que son imposibles, y de vez en cuando él
cuenta una broma que dibuja sonrisas cansadas en sus rostros. Clarke evita el
silencio de Monty mientras éste trabaja, así que está siempre haciendo
preguntas, tantas que Raven está segura de que puede construir una bomba por sí
misma. Se mantiene ocupada y estable mientras el sol está en el cielo,
trabajando más que nadie, y Raven sabe que su amiga quiere salvar a todo el
mundo tanto como ellos, pero cuando la noche llega y se desliza bajo las
sábanas de su cama, la chica morena puede darse cuenta y sentir en la médula de
sus huesos que Clarke realmente no trata de mantenerse entera.
No lo
intenta porque no puede.
Raven
mira a la chica y las lágrimas están ya secas en sus mejillas, pero Clarke aún
está despierta. Levanta una mano para alcanzar un mechón de pelo rubio que cae
sobre su frente y lo coloca tras la oreja de su amiga.
‘Todo apesta y el mundo está
jodido’,
admite Raven, ‘pero al menos estás
durmiendo con una mente y un cuerpo bastante sexys, así que tú eres la
afortunada’.
Clarke
deja escapar una carcajada que suena más a suspiro derrotado, y sus mejillas
tiran de los labios hasta formar una sonrisa cansada que es suficiente para
Raven. Sin embargo, la sonrisa desaparece tan pronto como emerge, y el pequeño
éxito que Raven pensaba que había conseguido se va con ella. Raven observa a la
rubia y no puede evitar recordar la cara limpia y los brillantes ojos azules
que la recibieron cuando aterrizó. Ni siquiera ha pasado un año, pero la chica
parece haber envejecido diez.
‘Parecía real’, dice Clarke de repente.
Raven
se sobresalta y sus ojos regresan hacia los de Clarke. ‘¿Quién?’.
Clarke
cierra los ojos y traga con dificultad, y su voz suena vencida cuando habla de
nuevo. ‘Tú sabes quién. De entre todos,
eres la única que lo sabe’.
Y
tiene razón, porque desde el primer susurro, Raven lo sabe.
‘Parecía real. La toqué y parecía real’,
Clarke abre sus ojos de nuevo, húmedos y brillantes. ‘Ojalá no lo hubiese hecho’.
‘¿Por qué no?’, susurra Raven.
‘Para no echarla de menos de
esta manera’,
solloza Clarke, y su voz se rompe.
Raven
extiende un brazo hasta que alcanza la cintura de su amiga, y Clarke se
desplaza más cerca para poder reposar la cabeza en su hombro. Realmente Raven no
recuerda cuántas veces ha pensado en la última vez que tocó a Finn antes de que
éste se entregase, pero lo que sí recuerda es el dolor que ese pensamiento
solía traer a su mente. Lo sentía debajo de las yemas de sus dedos cada vez que
despertaba de un sueño suyo y se negaba a tocar nada más hasta que la sensación
se desvanecía. Estaba a punto de volverse loca alrededor de esas mañanas, y eso
era algo real. Raven no puede imaginar cómo debe de ser, cómo debe sentirse
Clarke. Porque ella primero perdió a Lexa en el mundo real, tocó su cuerpo
antes de que se marchase, y vivió con eso dentro durante semanas de la misma
manera que Raven después de lo de Finn. Pero entonces, Clarke la perdió de
nuevo en un lugar que no existe, aunque todo y todos en él sí lo hacían. La
Ciudad de la Luz no era real, pero ¿fue real lo que ella vivió, lo que tocó,
los labios que besó, el rostro que sintió bajo los dedos?
Raven
estaría desequilibrada si fuese ella.
‘Parecía real’, repite Clarke, y el corazón
de Raven se rompe.
Y ella
no lo sabe con certeza, pero habla de todas formas, porque es lo que Clarke
necesita escuchar así como lo que su corazón necesita creer.
‘Porque fue real’, dice, y sus dedos recorren la
espalda de Clarke de arriba abajo. ‘Su
mente era real, la sensación fue real, tú eras real y también lo fue ella’.
Clarke
se desvanece entre sus brazos y un nuevo llanto la sacude. Está temblando como
la luz de una vela, y todo lo que Raven puede hacer es sostenerla tan cerca y
tan fuerte como pueda. Es lo que Clarke necesita, y quizá lo que ella misma
necesita, porque cuanto más la presiona contra sí misma, más aliviada se
siente.
Raven
empleó mucho tiempo en odiar a Lexa. La Comandante ordenó el ataque a la nave,
pidió la muerte de Finn, ató a Raven a un árbol y cortó su carne porque pensó (erróneamente pensó) que quería
envenenarla; la Comandante traicionó a la gente del cielo para salvar a la suya
propia. La Comandante era un objetivo fácil para odiar, así que Raven lo hizo
para descargar toda la rabia que tenía dentro. Raven la odió tanto que hasta
fantaseaba con matarla ella misma. Pero cuando Clarke se marchó y ella comenzó
a buscar un porqué, pensó que ninguno de ellos, ni los terrestres, ni los delincuentes,
ni siquiera los hombres de la montaña, eran malos o buenos. Todos eran una cosa
o la otra dependiendo a los ojos de quién.
Porque
Lexa la torturó ante la amenaza de envenenamiento de la misma manera que ellos
torturaron a Lincoln por casi matar a uno de los suyos.
Porque
los terrestres reclamaron la muerte de Finn para vengar el asesinato de
inocentes de la misma manera que la propia Raven colocó una cuchilla en la mano
de Clarke para matar a su líder simplemente por la petición.
Porque
Lexa eligió a su gente sobre la gente de Clarke así como Clarke los eligió a
ellos sobre la gente de Maya.
Todos
eran ambas cosas, todos habían hecho lo que consideraban correcto, y la
naturaleza de sus acciones solo dependía de quién fuese la persona que acusaba.
Y la rabia y el odio que contenía se desvanecieron.
Raven
vio, vio literalmente, las mentes de
Clarke y Lexa en la Ciudad de la Luz. No se detuvo a analizarlo hasta que todo
hubo acabado, pero la primera noche que Clarke entró en su habitación,
temblando y asustada de la oscuridad como una niña, Raven lo supo: Clarke amaba
a Lexa y Lexa había amado a Clarke de vuelta, y su amiga estaba absolutamente
demolida por tener que decir adiós a esos sentimientos. Por un momento, no le
pareció correcto. No odiaba más a Lexa, pero eso no significaba que tuviese que
entenderlo. Y realmente no tenía que hacerlo, porque nadie les preguntó a
Clarke o a ella misma cómo podían seguir amando a Finn después de lo que él
hizo en el poblado, o cómo él podía amarlas a ambas después de las barbaridades
que habían hecho antes. Nadie los había cuestionado, por lo que ella tampoco
podía hacerlo con Clarke.
Raven
aprieta a su amiga más cerca y Clarke suspira sobre su hombro, dejando caer una
bocanada de aire trémulo y cálido.
‘Lo siento, te estoy manteniendo despierta’,
comienza Clarke, separándose del cuerpo de Raven. ‘Deberías…’.
‘Para’, interrumpe ésta, sacudiendo la
cabeza sobre la almohada. ‘Haz lo que
necesites. Me elegiste primero, ¿verdad?’.
Clarke
sonríe, una sonrisa temblorosa y real que parece irreal e incómoda en su
rostro. Clarke sonríe mostrando los dientes y las lágrimas caen mientras curva
los dedos sobre la muñeca de Raven.
Ella
habla. Habla sobre su padre, y Raven piensa que es el mejor padre del mundo
mientras Clarke recuerda la forma en la que se enfrascaba en sus trabajos, en
sus ingenierías, de la misma forma que ella hace. A Raven le encanta
escucharla, y puede entender perfectamente por qué Abby se enamoró de él.
Atracción ingeniera, declara, y Clarke ríe alto y claro. Entonces habla sobre
Wells y sus juegos de ajedrez en tardes perdidas, o aquella vez que él robó
material de pintura para que ella le pudiese dibujar la Tierra. El niño a
través de las historias de Clarke es tan adorable como Raven imaginaba en un principio,
y de verdad desearía haberle conocido. Clarke calla durante unos segundos y
cuando habla de nuevo, habla sobre Lexa. Comienza hablando sobre Pauna, un gigantesco gorila que las
atacó una vez, siendo esa la primera vez que Clarke vio a Lexa sonreír. Y así
Raven se da cuenta de que ese amor no es repentino, sino que viene de mucho
antes, porque Clarke recuerda cosas y pequeños detalles que ella misma puede
recordar aún sobre Finn.
Como
la voz de Lexa rompiéndose cuando admitió que se preocupaba por Clarke, el aire
que de repente abandonó sus pulmones y la necesidad que sintió de respirar. Su
mano temblorosa sobre el cuello de Clarke, pulgar rozando la línea de su
mandíbula, cuando se besaron en la tienda. La esperanza que acogió en su pecho
después de eso, deseando que ese ‘aún no’
fuese más corto de lo que ella esperaba que fuese. El dolor cuando Lexa la
traicionó, como un cuchillo entre las costillas que continuó ahí cuando se
alejó del Campamento Jaha. Cómo se obligó y se convenció para odiar a Lexa en
el bosque y cuán sorprendentemente furiosa estaba cuando Roan la presentó en
Polis para enfrentarse a ella otra vez.
El
corazón latiendo desbocado en su pecho cuando Heda le prometió más de lo que debía, y cómo ese gesto se convirtió
para Clarke en el más hermoso y sincero acto de confianza y vulnerabilidad que
había visto antes. El miedo cuando Lexa luchó contra Roan, no solo por el
riesgo de perder la alianza o la coalición, sino por ella, por su vida, y lo
orgullosa y aliviada que se sintió cuando finalmente ganó, viva y sana. Y la
ternura y belleza de la chica cuando se presentó en su habitación para darle
las gracias esa misma noche. Clarke habla sobre respeto y orgullo, sonrisas
escondidas y ojos brillantes, y sobre la tarde que ambas pasaron en silencio en
su habitación en Polis, pensando sobre las cosas que ninguna era lo
suficientemente valiente o estaba lo suficientemente preparada para decir en
voz alta. Cuán débil fue cuando vio a la Comandante de los trece clanes
quedarse dormida mientras leía, tan débil que quiso guardar ese rostro en paz
sobre un papel.
Y
entonces habla sobre el miedo a dejar Polis, aun sabiendo que tenía que
hacerlo, aun sabiendo que lo necesitaba, el miedo a decir adiós y mirar a Lexa
desde el otro lado de la línea, el miedo a perder la esperanza y andar en
sentido contrario. Clarke habla sobre sonrisas tristes y roces tiernos y besos
húmedos teñidos con lágrimas saladas.
Y tras
eso, Clarke simplemente calla.
Es
casi imposible imaginar a la rígida Comandante Lexa de la forma en la que
Clarke la describe, pero debe ser real, pues Clarke está temblando y su voz no
ha sido nada salvo un susurro durante todo el tiempo. Debe ser real, porque la
historia revive los recuerdos que Raven tiene de Finn y cada detalle y momento
que compartieron allí arriba en el Arca.
‘Estoy cansada, Raven’, admite Clarke
tras un buen rato. Suena pequeña, como una niña que solo quiere irse a casa
después de un largo día de viaje. Raven en sí misma también se pregunta dónde
está ese hogar o qué es siquiera. ‘Estoy
cansada de sobrevivir, estoy cansada de echar de menos, estoy cansada de
perder. Estoy exhausta’.
Los
cansados ojos de Raven se mueven desde Clarke hacia la ventana. La luz fuera es
un tenue tono azul, un azul de mañana. Un nuevo día para intentar y continuar
moviéndose, un jodido nuevo día para sobrevivir y echar de menos y perder.
Raven traga con fuerza y el nudo de su garganta se mueve hacia su corazón.
‘Yo también estoy cansada’. Raven
devuelve la mirada hacia Clarke y no ve a la líder que reside en las cabezas de
todo el mundo, o a la mujer fuerte y decidida que lucha hasta que no le queda
aliento. Lo único que Raven ve es a una niña de dieciocho años tan perdida,
rota y asustada que ha sufrido más de lo que debería y que no merecía el peso
del mundo sobre sus hombros. ‘Pero lucharemos,
porque es lo que siempre hacemos. Seguimos luchando’.
‘¿Merece la pena?’, exhala Clarke, cerrando sus
cansados ojos, y las pestañas dibujan sombras sobre la almohada.
‘¿De verdad le estás preguntando eso a la
chica cuya pierna funciona igual de bien que la cabeza de Jaha?’.
Clarke
suelta una carcajada, clara y ruidosa, real. Después de unos segundos, habla de
nuevo. ‘Le pregunto a la chica que puede
hacer maravillas de la nada’.
El
casi desaparecido orgullo de Raven Reyes brilla en el interior de su caja
torácica. ‘Precisamente por eso merece la
pena. Si yo puedo ser así de fabulosa con esta increíble pierna inútil, tú
también puedes’.
Clarke
sonríe, pero sus ojos permanecen cerrados.
‘Deberíamos dormir’, sugiere, y Raven
casi estalla de risa porque en realidad es tan tarde que las luces son ya
naranjas y todo el mundo en Arkadia empieza a despertarse.
‘Sí, definitivamente deberíamos
dormir ahora’.
Raven
cierra los ojos, y los dedos de Clarke encuentran los suyos bajo la almohada y
las sábanas, y es increíblemente familiar cómo se entrelazan. Permanecen así
durante un rato, y Raven ya empieza a pensar que Clarke está por fin dormida
cuando murmura de nuevo. ‘¿Se pasa?’.
‘¿El qué?’.
‘Echarla de menos. Tocarla
mientras duermo solo para despertarme y ver que no está’.
Raven
respira, el aire entrando y saliendo profundamente de sus pulmones. Piensa en
la sensación del cuerpo de Finn en las yemas de sus dedos cuando la bruma del
sueño se disipa, en el vacío espacio que le queda en el pecho.
‘Se alivia’.
Es la
única respuesta, la única respuesta sincera que puede darle, pero también es la
única que aparentemente Clarke necesita, porque la siente asentir contra la
almohada y regresar a los sueños.
Raven
únicamente se queda dormida cuando la respiración de Clarke es calmada,
estable. Un nuevo día está saliendo en el exterior, con la inminente amenaza de
una batalla que seguramente lucharán hasta quedarse sin fuerzas, pero por
ahora, en este momento temprano de la mañana, con la luz entrando en la
habitación y bañando las paredes con un suave tono amarillo, por ahora todo
está tan equilibrado como la lenta respiración de la chica que yace sobre el
colchón. Y también solo por ahora, eso es suficiente. Raven únicamente se queda
dormida cuando se asegura de estar bien, cuando se asegura de que su amiga está
bien.
Únicamente
se queda dormida cuando ambas están sanas
y salvas.
Este blog puede conmigo. Siempre. Es lo único malo que tiene. Me rompe el corazón. Me hace llorar.
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