domingo, 14 de abril de 2013

Capítulo 30. 'Dexter'.

-         ¿Lo has visto, Finnick? ¿Lo has visto?
Finnick se pasó una mano por la barbilla, donde la incipiente barba le raspó los dedos. Sabía que debería cuidar más su aspecto físico, ya que vivía de él en su mayoría, pero no tenía importancia. No, cuando el estado de Annie no parecía cambiar o, al revés, cambiaba demasiado.
Le había costado un año aceptar que ella estaba completamente loca.
Lo peor había sido la Gira de la Victoria. El primer distrito en el que habían parado había sido el distrito seis, y Annie había montado tal espectáculo al rasgarse su vestido que habían tenido que sedarla para presentársela a los habitantes del distrito. Annie había repetido el proceso en los doce distritos de Panem, siempre sentada en una silla de madera oscura, repitiendo las palabras que Finnick o, en su defecto, Radis, susurraban en su oído. Había sido un maniquí para los habitantes de Panem.
Pero, al volver a la vida normal, o relativamente normal, Finnick se había dado cuenta de su verdadero estado. Estar con ella era como estar en el agua, con la marea revuelta, y olas que tan pronto lo subían a la superficie como lo hundían a lo más profundo.
-         ¡Mira, Finnick! – chilló Annie, sentada en el porche -. ¡Se rompen!
Finnick sonrió, entornando los ojos. Cuidar de Annie era como cuidar de una niña pequeña. Tenía rabietas, se conformaba con cualquier cosa y, durante la mayor parte del tiempo, tomaba todo como un juego. Y Finnick tenía paciencia.
Las pompas de jabón estallaban a su alrededor. Annie balanceaba el pompero en su mano, formando pompas que miraba después con admiración, como si cada una de ellas fuese única, y su boca formaba una ‘o’ perfecta cada vez que estallaban.
Finnick se vio a sí mismo reflejado en esas pompas. Annie le miraba con la misma admiración, con la misma sonrisa, como si fuese algo único en el mundo, como si no importase el número de seres humanos a su alrededor, porque él sobresalía por encima de ellos. Se preguntó cuánto le faltaba a él por explotar, y si Annie también formaría una ‘o’ con su boca cuando eso pasara.
De repente, a su espalda, sonó el timbre de la puerta principal. Finnick no se inmutó, sabiendo que Margaret, la abuela de Kit, la abriría, dando paso a Mags. Sabía también que Mags se acercaría a él, le daría un beso en la mejilla y le diría algo así como ‘aféitate esa barba’, y luego iría a besar a Annie, como una madre hace con sus hijos. Cada día era así.
Sin embargo, después de unos minutos, no fue Mags la que tocó su hombro, sino Margaret, con una máscara de miedo en la cara. Finnick se puso tenso de inmediato.
-         Es del Capitolio – masculló la anciana -. Quieren veros.
Finnick se pasó una mano por el mentón, deseando haberle hecho caso a Mags y haberse afeitado. Por nada del mundo desearía que Snow supiese cómo estaba dejando de lado su aspecto, su… instrumento.
-         An, ven – susurró Finnick, tendiéndole una mano.
Quizá Annie se comportase como una niña, pero sabía cuándo las cosas iban mal. En cuanto vio la expresión de Finnick, supo que el juego con las pompas se había acabado. Annie caminó hacia el chico, con el pompero firmemente agarrado en una de sus manos. Finnick se lo quitó con dulzura, acariciándole el dorso, y lo dejó al pie de las escaleras.
-         Tranquila, ¿vale? – murmuró él, poniéndole un mechón de pelo tras la oreja -. Quédate detrás de mí.
Margaret los dirigió al salón, donde ya había alguien.
Se trataba de un hombre joven, bastante normal comparado con otras personas del Capitolio. Tenía un brillante pelo dorado, que formaba rizos engominados bajo las orejas, y ojos dorados, del mismo color de la miel o del sol en verano. Llevaba puesto un sencillo jersey negro de lana y unos pantalones claros. Ni siquiera parecía de la capital. Parecía sorprendido cuando los vio entrar.
-         Vaya, señor Odair, está usted…
Finnick frunció el ceño, obligándose a formar un intento de sonrisa.
-         ¿Y usted es?
El hombre sonrió a su vez, mostrando una hilera de dientes blancos y perfectamente alineados. Se sentó en el sillón más cercano, tomando una taza de café de la mesa que, seguramente, Margaret había servido.
-         ¿Podríamos tener una conversación… a solas?
Finnick asintió, girándose para visualizar a Margaret tras él, aún con expresión asustada.
-         Lleva a Annie al pat…
-         No, señor Odair. Si no le importa, me gustaría que la señorita Cresta se quedase también.
-         Entonces no es una conversación a solas.
-         Bueno, a solas nosotros tres, entonces.
Margaret miró a Finnick, esperando instrucciones. Finnick asintió una vez, y la anciana se marchó, cerrando la puerta a sus espaldas.
Annie miraba a Finnick con el rostro impasible, como si hubiese sido sedada de nuevo. Había aprendido a mantener esa expresión siempre que las cosas se ponían serias, como una discusión entre Mags y el propio Finnick, o cuando alguna de sus amas de casa la regañaba por romper algo. Finnick le rozó el pómulo con el pulgar y cogió su mano para dirigirse al sofá que estaba frente al hombre. Éste no había dejado de sonreír.
-         Mi nombre es Dexter – dijo, cuando ambos habían tomado asiento -. Vengo del Capitolio.
-         Dexter – repitió Finnick. No le sonaba.
-         Dexter – susurró Annie, y soltó una risita por lo bajo.
Finnick colocó su propia mano sobre la de Annie, gesto que no pasó desapercibido para Dexter, que clavó su mirada en las manos entrelazadas, con una sonrisa, antes de volver a mirarlos.
-         Antes de nada, quiero que sepas… ¿puedo tutearos? – Finnick asintió, pasándose una mano por el cuello -. Quiero que sepáis que no vengo enviado. Esto es… por mi propia voluntad.
Finnick dejó de rascarse el cuello, visiblemente menos nervioso. Annie, a su lado, se quitó las zapatillas y subió los pies descalzos al sillón, apoyando la barbilla en las rodillas.
-         Soy médico – continuó Dexter -. Especializado en traumas cerebrales.
Finnick se puso rígido. No era el primer ‘médico especializado en traumas cerebrales’ que pasaba por ahí. Apenas un mes después de la Gira de la Victoria, Yaden había enviado a uno de ellos, que había dicho que podía tratar a Annie, devolviéndole sus recuerdos. Y, apenas semanas después, Radis había enviado a otro con una proposición aún más atroz: decía poder recuperar a la Annie Cresta de la Arena hurgando en su propio cerebro… quirúrgicamente. Finnick los había echado a los dos, al segundo casi a patadas.
-         No nos interesa – gruñó Finnick, haciendo ademán de levantarse -. Puede marcharse ahora, o…
-         No, no, Finnick. Me has… Llevo persiguiendo la trayectoria de Annie desde que salió de…
-         Espera.
Finnick miró a Annie, que continuaba con la mirada fija en Dexter. El muchacho se levantó y fue hacia una de las estanterías para volver con una caja en la mano.
-         Annie, mira – susurró -. Es un puzzle.
-         ¿Para jugar? – Los ojos de Annie parecieron iluminarse.
-         Sí – sonrió el chico -. ¿Quieres?
Annie le quitó la caja de las manos y se desplazó hacia la enorme ventana del salón para comenzar a hacerlo. Eso la mantendría ocupada. Cuando Finnick volvió a sentarse frente a Dexter, éste miraba a la chica con curiosidad, como si fuese una especie de animal al que estuviera observando. A Finnick no le gustó nada.
-         Ella no puede oír nada de los Juegos – dijo él, en un tono más bajo -. Ella pierde… el control.
Dexter volvió la mirada hacia él, lamiéndose los labios.
-         Está bien. Llevo siguiendo la trayectoria de Annie desde los Juegos, la Gira... He tratado con otros casos así antes, Finnick, pero el de Annie es diferente.
-         ¿Diferente en qué sentido?
-         Normalmente, en esta clase de casos, el sujeto entra en un estado de… llamémoslo depresión. No son capaces de vivir, y algunos incluso piensan en el suicidio. Experiencias tan traumáticas les dejan en un ambiente de tristeza. Algunos incluso se encierran en la cama… y no vuelven a salir. Incluso locura al extremo.
Finnick intentó apartar de su cabeza las imágenes de Annie durante los primeros días, aquella primera vez que la vio, acurrucada en una esquina de la habitación, con el pelo revuelto y los ojos desorbitados. ¿Cómo hubiera sido si Annie hubiese estado así cada día?
-         Sin embargo, Annie ahora parece… feliz. Al menos lo que yo veo.
-         ¿En la Gira la veías feliz? – gruñó Finnick, recordándola sentada en la silla, con la mirada perdida, tiesa como un palo.
-         Tengo mis contactos, Finnick. Pajaritos.
Dexter se pasó una mano por el pelo engominado, humedeciéndose los labios con saliva. Finnick miró hacia Annie, que estaba sentada con las piezas del puzzle dispersas a su alrededor, concentrada. En esos momentos, parecía la Annie que había sido.
Aunque Finnick apenas podía recordarla de otra manera que no fuese la actual.
-         Me han hablado de ella. De su estado. Quiero… quiero tratarla.
Finnick se levantó, rabioso. Todos venían a por lo mismo. Todos querían experimentar con Annie, como si fuese una cobaya.
-         Fuera – gruñó, señalando hacia la puerta.
-         Finnick, te puedo prometer que mis métodos funcionan.
-         Todos dicen lo mismo, promesas de mierda. Largo.
Dexter se levantó del sofá, alisándose el jersey.
-         Está bien, me iré. Pero, si cambias de opinión…
El hombre sacó una tarjeta cuadrada del bolsillo de su pantalón, extendiéndola hacia Finnick. Al ver que él no hacía ademán de cogerla, la dejó sobre la mesa. Dexter abrió las puertas del salón y desapareció tras ellas.
Finnick se dejó caer en el sillón, exhausto. No sabía si lo estaba haciendo bien con Annie. En algunos momentos se sentía cómo esas pompas, a punto de estallar. Sentía que la vida de Annie se estaba convirtiendo en un montón de mentiras. No le había dicho nada sobre su madre (tampoco ella había preguntado), al igual que no le hablaba sobre la Arena.
Sin embargo, ¿no era su vida también un conjunto de mentiras? ‘Sonríe’, ‘finje que estás bien’, ‘nadie puede saber que odias todo esto’, ‘recuerda no mostrar cuánto te repugna’. Recordó que una vez le dijo a Annie que la Arena te obligaba a fingir constantemente. ¿No era eso lo que estaba haciendo?
Se recordaba a sí mismo cada día que todo lo que hacía lo hacía por el bien de la muchacha, para no dañarla, pero ¿cuánto de buena voluntad y cuánto de egoísmo había en esa afirmación?
Finnick sabía que esa batalla constante estaba acabando con él. Lo veía en su rostro cada mañana. En la manera en la que su barba y su pelo crecían y a él no parecía importarle. En la manera en la que estaba perdiendo la tonificación de sus músculos y tampoco era relevante para él. En cómo aumentaba el color purpúreo de sus ojeras, o en lo cansado que se sentía cada mañana al despertar debido a las noches sin dormir, dando vueltas en la cama, pensando en qué estaba haciendo bien y qué mal.
‘Debería decirle lo de su madre’. ‘No, no debería. Eso la destrozará’.
‘Debería tratarla como una adulta’. ‘No, ella no está preparada para serlo’.
‘Debería dejar que alguien más se ocupase de ella’. ‘No, solo es mi responsabilidad. Nadie más sabe tratarla’.
‘Debería’. Siempre era así.
Finnick apoyó la frente en las palmas frías de sus manos. No podía con todo él solo, pero era la única manera. Mags lo apoyaba, lo ayudaba en todo lo que podía, pero nadie salvo él tenía ese peso de conciencia. Se estaba agrietando como un trozo de madera viejo, y temía romperse del todo.
Finnick levantó la vista y vio la tarjeta, colocada sobre la mesa. Era de color blanco, sencilla, con el nombre de Dexter impreso bajo su título. Finnick pensó en cómo los dos médicos anteriores habían ido directamente al grano, sin interesarse por Annie, sin mirarla siquiera. Y Dexter, aunque la hubiese mirado como si fuese un animal al que observar, al menos se había tomado la molestia de seguir cada paso que daba desde que había salido del estadio. Aunque fuese a través de sus ‘pajaritos’.
Y había llegado a ellos por iniciativa propia.
Finnick alargó una mano hacia la tarjeta. ¿Estaba bien lo que hacía? El chico agitó la cabeza. Estaba harto de preguntarse qué hacía bien o mal. Estaba harto de cuestionarse todo. Nada de lo que hacía parecía ayudar a Annie a recordar, a regresar, y desde luego, nada de lo que había hecho era malo para ella, así que no podía decirse que estuviese actuando de la manera correcta o errónea.
-         Finn…
Finnick se giró. Annie estaba parada justo detrás de él, con la cara seria. Finnick se levantó del sofá, mirándola directamente a los ojos.
-         ¿Lo has acabado? – susurró.
-         Sí. ¿Estás bien?
Finnick sintió la necesidad de abrazarla, pero no lo hizo. Se limitó a colocar una mano en su propio cuello, rozando el pelo largo con los dedos.
-         Sí, tranquila.
-         Vale – sonrió ella -. Tienes más largo el pelo.
Annie llevó una mano hacia los mechones de pelo que caían sobre sus ojos y los apartó, tal y como Finnick hacía con ella cuando el pelo le tapaba la cara. Annie deslizó la mano por la mejilla de Finnick y la apartó, arrugando la nariz. Finnick sonrió. Adoraba ese gesto.
-         Y la barba. No me gusta.
Finnick soltó una carcajada. Colocó un dedo sobre la nariz arrugada de Annie y apretó con suavidad, haciendo que ella riese.
-         Me la quitaré,  te lo prometo -. Annie asintió -. Oye, An… ¿Te… te gustaría hablar con ese señor?
Annie se puso seria de repente.
-         ¿Por qué?
 Finnick podía ver la capa de miedo que cubría sus ojos. Se arrepintió casi al instante de haberlo preguntado.
-         Él… él quiere hablar contigo.
Annie se sentó en el sillón, y Finnick con ella, a su lado. Tenía el ceño fruncido, como si estuviese teniendo una verdadera discusión en su cabeza, y movía la boca con rapidez, sin emitir sonido. Finnick la había visto hacer eso muchas veces, como si estuviese hablando con ella misma. A veces incluso susurraba, aunque él nunca la había escuchado con claridad.
De repente, Annie levantó la cabeza, sin cambiar la expresión.
-         Él… él no va a hacerme daño, ¿verdad?
Finnick dudó. Si él la tocaba, si le hacia algo, algo que pudiera molestarla… Finnick sería perfectamente capaz de quitarle aquella sonrisa de la cara.
-         No, tranquila. Yo estoy aquí para protegerte, ¿recuerdas?
Annie sonrió.
-         Entonces, vale. Él… él parecía bueno.
Finnick se obligó a pensar que era verdad. Dio un beso a Annie en la frente y, cogiendo la tarjeta, salió a la calle.
Para su sorpresa, Dexter estaba en el porche, apoyado contra la verja de la entrada. Al verlo, sonrió, mostrando todos sus perfectos dientes.
-         Te prometo que no voy a hacerle daño, Finnick – dijo, antes de que él pudiese decir algo, poniéndose serio de repente -. No le haré daño.
Finnick asintió.
-         En fin, lo que está en juego es tu cara.
Dexter entendió la amenaza y esbozó una nueva sonrisa.



8 comentarios:

  1. ¿Es este Dexter http://3.bp.blogspot.com/--A6PkvP4n0c/UKtlNPdXdOI/AAAAAAAAAtI/bZmzJrRl7qI/s1600/dexter_wallpaper_.jpg ? ¿Lo es? Para mí, sí.

    Tengo curiosidad por lo que vas a hacer con este personaje, puesto que en esta parte de la historia tienes mucha libertad, dado que no se sabe nada.

    Veo a Finnick manteniendo su papel de guardián, pero nunca pensé en Annie como en una niña indefensa, siempre la veía más como una mujer inestable; por lo que le estás dando una vuelta de tuerca más al romance que yo me había imaginado al leer el libro.

    Recuerda que TODOS queremos Johanna :P

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    1. Nunca he visto Dexter, ña, pero podría ser. Pega a como yo me lo imagino.
      Annie da sorpresas, creo. Ña. Al fin y al cabo, pasan cinco años ahí de los que no se sabe nada... méh.
      Va, venga... spoiler (?): la aparición de Johanna es... un poco... antes y después en Finnick. Ale, ña :)

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  2. What can I tell you?
    Pues, pues... ME COMO A ANNIE ACOMPAÑADA DE AZUCARILLOS. MÉH. No sé cuántas veces te he dicho que es demasiado monosa, pero lo repetiré hasta que la conviertas en una babosa muerta. Cosa que dudo, porque eres incapaz de hacer personajes no adorables. En serio, hasta Snow tiene un puntillJAJAJAJAJAJA Lies, lies.

    ‘Le había costado un año aceptar que ella estaba completamente loca’. Esto duele, pato. Duele casi tanto como la metáfora de las pompas y Finn (que me recordó a ciertos paracaídas que explotan). Casi tanto como lo poco que le importan las cosas a Finn. Casi tanto como la rutina en la que viven. Eres muy destructiva, que lo sepas.

    DEXTER TIENE PAJARITOS. ES VARYS. ES LA ARAÑA.

    Intento de comentario crítico: QUEREMOS A JOHANNA. Vale, no... Sé que es imposible meterla. Bueno, podrías haberla metido en la Gira de la Victoria que cruelmente te has saltado (?) No me gusta demasiado el modo en el que Finn trata a Annie. Sí, la cuida y se sacrifica por ella, pero la trata como a un perrito, como si fuera idiota... Así no se va a recuperar. Jum. Menos mal que viene Dexter al rescate (?)
    Me imagino que Dexter insistirá en que le cuente lo de su madre para ver si Annie reacciona de alguna manera, lo hará y luego Annie se enfadará con Finn, Mags le dirá ‘te lo dije’ y Annie echará a Finn de casa y empezará a pasar mucho tiempo con Dexter. Finn se pondrá celoso, pero en realidad Annie sólo intenta ponerse bien por él yyyy... GOD. ¿Te destrocé el fic? Ok, no..

    Y eso, que no sé qué más comentarte. Espero que te conformes con eta longitud de comentario bíblico (?)

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    1. Ñañañaña Creo que incluso convirtiéndola en una babosa muerta seguiría teniendo encanto (?). Puedo hacer personajes no adorables, jum. Veámos a Radis :)
      I love destruction, honey.
      YOU GOT IT. Excepto que Dexter, afortunadamente, no está castrado. Méh.
      Ahí va otro spoiler con respecto a Finnick...: JO-HA-NNA. Méh. I can't say more.
      En serio, te voy a empezar a prohibir pensar... No todo, pero siempre hay algo que pillas. JUM.
      Adoro tus comentarios, honey, como si quieres ponerme la saga entera de George escrita en verso (?)

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  3. MEEEEEEH. (Quedas culpable por pegarme cosas como 'ña', 'meh' y derivados)
    GOSH, GOSH Y QUINIENTAS VECES GOSH.

    WHAT, WHAT, WUT, UN AÑO. ESTO ES DESTRUYE FEELINGS PATO, QUE LO SEPAS.

    Annie. Es tan... frágil y delicada, que cualquier pequeño cambio que le hagas puede llegar a cambiar su estado, ánimo, personalidad. Es ternura pura.
    Leyendo el comentario de Lalasá, me puse a pensar. ¿Se imaginan a Finnick Odair celoso? GOSH.
    "- En fin, lo que está en juego es tu cara." Esto es amor. Amor, amor y más amor.
    "Finnick sintió la necesidad de abrazarla"
    "She crept up on me" ÑA, MEH, Y MÁS.
    Cada vez quiero más a Finnick por tu fic Pato (si es que se puede quererlo más aún), así que cuando vuelva a releer...esa parte...de Sinsajo... Tres mutos tiran de él... no sé, me voy a traumar más de lo que ya estoy.
    Doy mi voto para que Johanna aparezca, al menos un poco, como para conversar con Finn sobre el tratamiento de Annie o algo. Ña.
    En fin, espero que sigas viva luego de ver el tráiler de CF. Y con ovarios -EJEM, JOSHUA, CLAFLIN Y TODOS- Jep.
    Seguí así pato :3

    Chispitas.

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    1. Me declaro culpable, ña.
      Empiezo a arrepentirme de no haber puesto la Gira de la Victoria... Haré unas 'Escenas Eliminadas', pues (?). Méh.
      Annie es mucho amor. Diría que es mi personaje favorito de THG, en competencia con Finnick, Peeta y la Comadreja, but... Annie es perfecta.
      Tres votos por Johanna. Vais a lincharme, ña.
      Sigo viva, pero con recaídas. Es que el 'go ahead' de Katniss fue mucho para mis feelings. Pero... WHERE IS MY FINNICK? Ah. Me muero por ver a Sam. Srsly.
      Muchísimas gracias, Chispaaaaaaaaas <3

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  4. "Yo quería ser escritora, luego llegó DisorientedDuck."

    :c Eso pondré en mi biografía un día de estos ESCRIBES GENIAL. No suelo ponerte comentarios pero me he leído todos tus fics y estoy enviciada a Annie y a Finnick -por dios amor ya :cccccccccccccc- sería bonito eso de los celos OMG seguro que Finn nunca ha sentido celos antes.

    Que sepas que el fic creado por ti es puro amor y que un día llegarás a hacer cosas verdaderamente increíbles, te lo digo yo asdfghjkl. YO TAMBIÉN QUIERO JOHANNA. NO, MEJOR. QUIERO QUE ANNIE EN ALGÚN RINCONCITO DE SU MENTE SE PONGA CELOSA PORQUE JOHANNA CONOCE A FINNICK Y ACABEN LLEVÁNDOSE MAL. Es que no me puedo imaginar a Johanna llevándose bien con nadie que no sea Finn. A nadie.

    Que más decirte. Lo de que está en juego su cara me ha parecido jkasjkasjkas estoy completamente enamorada de Finnick, me da igual que en el libro lo maten, tu tienes que hacer historia después de Sinsajo (?)


    cofcofytambiénmolaríaquesiguieseselficdedivergentequemequedéconlasganascofcof.

    Un beso <3

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    1. ANJWBGWKNBVKQLWKJASDKJWHW *SJHWKJGFKJBALQYHIFRGHB* JWGDBSKCHWKFGCSNABFK GOD. Has hecho mi día con esa frase.
      Muchísimas gracias, de verdad.
      Cuatro para Johanna. Debería plantearme esconder a Annie y Finnick debajo de una planta y hacer protagonista a Johanna jajajaja. Mason en verdad es amor. Solo que es fría, la mujer, but... I love her.
      Este verano tendré más tiempo para escribir... y además se acerca el tercero... so... Creo que Tobías, Uriah e incluso... un fic largo... No sé, estoy pensando cosas, ña.
      Un beso <3

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