sábado, 25 de mayo de 2013

Capítulo 37. 'Calma'.

Annie se mordía la manga del suéter, nerviosa. Podía escuchar a Mags y Dexter hablar en el piso de abajo, mientras Margaret y Marie hacían la cena en la cocina. Sus dos amigos hablaban alto, pero no lo suficiente como para que la chica pudiera escucharlos con claridad. Annie sentía su cuerpo entero temblar, a pesar de que no sabía exactamente por qué. ¿Nervios? O quizá rabia, y una pizca de traición. A pesar de que ya habían pasado varios días, Annie no había podido olvidar su visita al mercado, con todo lo que eso había supuesto. Seguía pensando en Finnick, en lo que ahora sabía sobre él, y todo eso le revolvía el estómago hasta el punto de tener ganas de vomitar solo al imaginarlo con otra mujer.
Mags había intentado explicárselo, pero Annie ni siquiera la había dejado. Sentía emociones que no había experimentado nunca, no al menos desde que había salido del estadio. Rabia, impotencia, traición, incluso odio. Y no le gustaba sentirse así.
Odiaba odiar.
Annie se revolvió entre las sábanas. La única manera de mejorar su humor sería ir a la playa, pero Dexter se lo había prohibido terminantemente. También él había tratado de hablar con ella, de explicarle qué y por qué hacía Finnick esas cosas, puede que desde un punto de vista mucho más objetivo que Mags, pero Annie había respondido escondiéndose en el armario para no escucharlo.
No quería odiar a Finnick. No lo odiaba en realidad, pero se sentía deshecha. Mientras ella había estado preocupada por hacerle feliz, por gustarle, por intentar recuperarse por y para él, él se había ido a satisfacer a otras personas. No era justo.
Annie se frotó la nariz con el puño. El olor a comida en el piso de abajo llenaba su nariz, pero su orgullo le impedía bajar a cenar. De hecho, no había cenado con Dexter y Mags desde el día de la visita al distrito, cuando, al despertar en casa, se dio cuenta de que Mags le había puesto una inyección para poder traerla a casa. No le gustaba que la pinchasen. No era un animal al que pudieran dormir cuando quisieran. De cualquier forma, Annie llevaba días comiendo sola en su habitación, mirando el mar desde la ventana. Se sentía desesperada por ir a su playa.
El pomo de la puerta se giró a sus espaldas y Annie pegó un respingo en el colchón de la cama, tapándose hasta la cabeza con la sábana, de modo que formaba una especie de tienda de campaña a su alrededor. La persona que había entrado en su habitación se sentó a los pies de la cama y tiró con suavidad de la sábana. Annie clavó una mirada desafiante en Dexter, que tenía una bandeja de comida en el regazo. La chica tragó saliva, haciendo caso omiso al rugido de su estómago.
-          ¿No vas a bajar a cenar? – preguntó el hombre, dejando la bandeja en la mesilla de noche.
Annie se mordió el interior de las mejillas para no contestar. Dexter se acercó a ella, pasándose una mano por el pelo dorado.
-         Sabes que viene hoy, ¿verdad? – La chica gruñó, arrugando la nariz -. ¿No quieres entenderlo antes?
Annie volvió a tirar de la sábana hasta taparse las rodillas.
-         Annie, no es como piensas, de verdad. Sabes que a él le importas.
-         Si le importara, no se estaría acostando con la gente mala.
Dexter la miró con compasión dibujada en los ojos. Annie sentía que el sentimiento de rabia que siempre aparecía cuando recordaba el tema amenazaba con hacerla llorar.
-         An… De verdad, no es así. Confía en mí.
-         ¡No! – chilló la muchacha, tirando de la sábana -. ¡Siempre estáis igual! ¡Sois todos unos mentirosos!
Dexter cerró los ojos, apartándose de Annie. La chica sintió la primera lágrima pendiendo de las pestañas, al borde de caer. Se giró y parpadeó hasta que consiguió hacerla desaparecer. Dexter no podía verla llorar.
-         Vete – susurró, volviendo a taparse con la sábana.
Dexter dudó unos segundos, pero finalmente lo escuchó cerrar la puerta tras él. Annie cerró los ojos con fuerza, dejando que el agua acumulada en sus pestañas mojase sus párpados. Se restregó la cara con fuerza y, cuando se sintió más calmada, sacó la mano bajo la sábana y tanteó en la mesilla de noche hasta encontrar el pan de la bandeja.
Minutos después, Annie salió de su escondite. Había acabado su cena, y hacía demasiado calor bajo la sábana, así que las apartó hasta que el tenue frío de la noche rozó la piel desnuda de sus piernas. Annie pasó los dedos por su piel.
Finnick regresaba ese día. Probablemente, llegaría a casa en unos minutos. ¿Estaba preparada para enfrentarse a él? Quería pegarlo. Él, precisamente él, que tanto odiaba el lugar malo, a la gente que vivía en él, que tanto la había protegido… Aún le parecía imposible que Finnick pudiese venderse a ellos. Pero no había otra explicación, y ningún argumento podría rebatir lo que Mags, Dexter y el pescador le habían confirmado. Al menos, creía a Mags.
De repente, la puerta de la entrada se abrió. Annie los escuchó hablar tranquilamente, y escuchó su nombre. Entonces, el tono de la conversación se elevó y, aunque seguía sin entender con claridad qué decían, sospechó que Dexter y Mags lo estaban poniendo al día. Escuchó las escaleras y, justo antes de que la puerta pudiera abrirse, volvió a taparse con la sábana.
Habría reconocido su forma de andar en cualquier lugar. Lo sintió sentarse al borde de la cama, justo en el mismo lugar que había ocupado Dexter. Sin embargo, él no tiró de la manta, si no que esperó, quizá a que ella saliera.
‘Bien, pues no voy a salir’.
Annie contuvo el aliento, con los ojos muy abiertos. Entonces, la sábana se levantó, y Finnick se introdujo debajo, en la misma posición que ella.
Lo primero que sintió Annie al verlo fue que había retrocedido un año entero en el tiempo. Tenía el pelo más corto, se había quitado la barba, y parecía incluso más saludable. Llevaba unos sencillos pantalones oscuros y una camisa gris, que hacía sus ojos mucho más claros incluso en la oscuridad de su escondite. Annie dejó escapar un pequeño suspiro.
Lo segundo que sintió fue vergüenza. No sabía que decir, qué hacer, o hacia dónde mirar. Si le miraba a los ojos, sabía que sería incapaz de mantener su enfado. Y eso no era justo.
Y lo tercero fue la desolación más grande que había sentido (y esta vez estaba segura de ello) en toda su vida. Incluso de la parte que no recordaba. Verlo allí, en frente de ella, después de haberlo imaginado con otras personas en esas situaciones, verlo con una chica sin rostro, pero seguramente increíblemente hermosa, besándolo, tocándolo, abrazándolo… y saber que él no era suyo. Que nunca podría ser suyo.
Annie apartó la mirada del chico.
-         ¿No me vas a hablar?
Annie clavó los ojos en los pies de Finnick, mordiéndose el labio. Se moría de ganas de hablar con él, pero, ¿para qué? Seguro que, ahora que sabía que ella se había enterado de su secreto, no fingiría más. Él se lo había dicho una vez. Todo se trata de fingir.
-         Annie…
Finnick extendió una mano hacia su rodilla, pero Annie se apartó. No quería que la tocase. No, cuando había pasado días tocando a otra persona por dinero. Se le revolvió el estómago y tuvo que tragar saliva con fuerza.
-         Vete.
-         No. No.
Annie respiró hondo y se atrevió a mirarlo a los ojos. Finnick parecía tranquilo y firme, y eso solo confirmaba lo que Annie pensaba. Se acabó el Finnick cariñoso, se acabó su Finnick. Sintió que le ardían los ojos.
-         Annie, escúchame. Tal vez no lo entiendas, pero…
-         Nunca entiendo nada – murmuró Annie, intentando disimular su temblor -. Siempre decís que no entiendo nada. Pero sí entiendo. Entiendo que te acuestas con otras mujeres, que…
-         No, no lo entiendes – cortó Finnick, rozándose el cuello con los dedos -. Cuando… cuando salimos de los Juegos, Annie, no somos nada más que un instrumento. Nos exhiben. Presumen de nosotros. Y nos obligan a hacer cosas.
Annie frunció el ceño. Nadie había presumido de ella después del estadio. Nadie la había obligado a hacer nada.
-         Mentiroso. A mí nadie…
-         Porque nunca permitiría que te hicieran esto, Annie Cresta – gruñó Finnick, acercándose -. Pero si quiero protegerte de ellos, tengo que hacerlo.
-         Pero no… - Annie se enjugó las lágrimas con la manga del suéter – no quiero que te vayas y que…
Annie se mordió el labio. No quería decirle lo que había estado pensando cada vez que se imaginaba a Finnick con esa chica sin cara.
-         Annie, lo siento. Lo siento, lo siento, pero no puedo negarme. No puedo, si quiero que estés protegida.
La chica empezó a llorar. Con cada lágrima, se sentía mejor y peor al mismo tiempo. Entendía a Finnick, le daba lástima, y quería abrazarlo y consolarlo, pero eso no quitaba lo que hacía. Y tampoco quitaba toda la rabia que había sentido, la impotencia… Annie se mordió la manga del suéter de nuevo.
Finnick se acercó a ella, poniendo las piernas a su alrededor, y la abrazó con fuerza.
-         Lo siento – susurró en su oído -. Lo siento, An, pero no puedo hacer nada. Lo siento, lo siento…
Annie colocó las manos alrededor de la cintura del chico. Finnick pasaba la mano a lo largo de su espalda, intentando tranquilizarla, y ella se sentía completa. Completamente completa, y segura de que eso era lo que quería por el resto de su vida. Que Finnick estuviese con ella. Le dolía incluso pensar en que él podría llegar a cansarse de cuidarla y se marchase. Él era suyo.
-         Mío – susurró, apoyando la frente en el pecho del muchacho.
Finnick la apartó, quitándole las lágrimas de las mejillas con los pulgares.
-         Tuyo.
Annie lo miró a los ojos, de verdad, intentando ver más allá del color claro. Y vio preocupación y seguridad. Vio dolor y descubrió que a él no le gustaba lo que era obligado a hacer. Que sufría con ello. Y vio todo lo que Finnick era cuando estaba con ella, lo que Finnick era en realidad. No importaba quién fuera cuando salía de ese escondite, o cuando iba a la ciudad de la gente mala, o quién era cuando fingía. No importaba.
Ese era Finnick.
Su Finnick.
-         Mío – repitió, apenas moviendo los labios.
Finnick sonrió.
Annie sintió un vuelco en el estómago. Como si alguien estuviese tirando de él desde fuera. Le gustaba esa sensación.
Finnick volvió a abrazarla, apoyando los labios en el hueco de su hombro. Annie sintió la piel ardiendo allí donde su boca la tocaba. Finnick ascendió por la mejilla de ella, apenas rozándola. Annie ascendió las manos hasta el cuello de su camisa, arrugando la tela entre los dedos.
-         ¿Me perdonas? – susurró Finnick en su oído.
Annie se apartó. Le temblaba todo el cuerpo. Finnick la miró con intensidad, con las manos a ambos lados de su cintura. Annie apretó más el puño.
Eran ella y él. Solos. Debajo de esa sábana que parecía hacer desaparecer el resto de la habitación, de la casa, el resto del mundo. Allí no importaba quién había sido ella. Quién había sido él. Solo importaba quiénes eran allí dentro.
Annie se miró los pies, relajada de repente. Era como estar en el mar. Sumergida bajo el agua. No importaba si había una enorme tormenta sobre ellos, si había… monstruos esperando a que salieran. Era calma, calma bajo las olas.
Finnick llevó la mano hasta su mejilla, con la cara muy cerca de la suya.
-         ¿Finn? – susurró Annie, con la voz entrecortada.
-         ¿Qué? – dijo él, apoyando la frente en la suya con suavidad.
-         ¿Estás bien?
Finnick sonrió, y Annie observó el hoyuelo que se le formaba en la mejilla. Siempre descubría cosas nuevas en él, no importaba las veces que lo mirase.
-         Sí, An.
-         Eso suena bien – respondió ella, sonriendo.
Finnick le acarició la mejilla. Annie levantó las manos hasta que sus dedos rozaron su pelo. El chico cerró los ojos.
Y ella lo atrajo hacia sí y lo besó.
Nunca había besado a nadie, estaba segura. Pero, en ese momento, supo exactamente qué hacer. O quizá Finnick lo sabía, y ella simplemente se dejó llevar. Finnick le devolvió el beso, introduciendo las manos en su pelo.
No era como si se hubiese parado el mundo, o como si hubiese desaparecido. Era, simplemente, que no tenía sentido. Nada había tenido sentido hasta ese momento. Todo lo que ella había sido antes de perderse a sí misma, todo lo que a él le obligaban a hacer, todo lo que habían pasado a lo largo del año anterior. Todo eso no había sido más que una bruma que acababa de dispersarse. Todo estaba bien ahora.
Annie se separó de Finnick, apoyando las manos en sus hombros. Finnick seguía con los ojos cerrados, y sus pestañas proyectaban sombras oscuras sobre sus pómulos. Annie levantó un dedo para tocarlo.
Había algo de lo que estaba cien por cien segura.
Dos cosas, en realidad.
La primera: Finnick había estado con muchas mujeres. Era consciente de ellos. Pero ninguna de ellas, ninguna, podría sentirlo como Annie lo sentía a él. Como si estuviesen hechos del mismo material. De la misma piel.
Y la segunda: éste era su Finnick. Y Annie Cresta lo amaba.
Annie sintió que necesitaba aire cuando lo admitió en su cabeza. No estaba segura de lo que significaba realmente amar a alguien, o si ella lo estaba haciendo bien, pero lo que sentía era lo más intenso que alguien podía sentir. Como si pudiese estallar en llamas.
Finnick abrió los ojos.
-         ¿Sabes qué, An?
 Annie arrugó la nariz. Finnick se inclinó, dándole un tierno besito en la punta, haciéndola sonreír.
-         No estoy bien – respondió, sonriendo -. Estoy… increíblemente bien.
La chica se mordió el labio. Lo había besado. Lo quería. Nadie podía quitarle eso ahora. Ni siquiera la gente mala del Capitolio.
-         Mía – susurró Finnick, inclinándose de nuevo.
La besó con suavidad, como si pudiera romperse, como si fuese de cristal. Annie sonrió contra su boca.
-         Tuya.

9 comentarios:

  1. "Había algo de lo que estaba cien por cien segura.
    Dos cosas, en realidad.
    La primera: Finnick había estado con muchas mujeres.
    La segunda: Finnick era un vampiro.
    Y Annie estaba total y perdidamente enamorada de él."

    :P
    No he podido evitarlo.

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    1. JAJAJAJAJAJAJAJAJA ME MEO.
      Te juro que no me había dado cuenta hasta ahora. MY GOD.

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  2. Hola. He pensado COMPLETAMENTE lo mismo xDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

    Estoy llorando. OMG. Por fin POOOOOOOOOOOOOOOOR FIN. Dios, ahora cuando Finn...pues...Finn ;________________; Voy a llorar mucho más. Eres una artista.

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    1. -camthebroken XDDDDDDDDDDDDDDDDD

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    2. JAJAJAJAJA Yo no me había dado ni cuenta, en serio...
      ÑA, EL BESO, ALE, AHÍ PARA VOSOTRAS. MÉH.

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  3. Mira Pato, básicamente este comentario va a estar lleno de cosas como: "ASDNBVCXZVKJ" "AMOR" "AL FIN" y eso. ÑAAAAAAAAAA.

    ASDNBFASDLBFLADSKJGFZXCVXZCV AL FIN. ODAIR. CRESTA. I CAN'T WITH THE FEELINGS.
    No sé cuanto llevo esperando este momento. Solo recuerdo que la historia de Finnick y Annie me enamoró desde el principio, so... ES MUCHO.

    "La chica empezó a llorar. Con cada lágrima, se sentía mejor y peor al mismo tiempo..." *Finnick se para en la cama* *agarra un pan* *lo usa como micrófono* AND I, I HATE TO SEE YOUR HEART BREEEEEEAK, I HATE TO SEE YOUR EYES, GET DARKER AS THEY CLOSEEEE.
    Ok, yendo en serio, Annie tiene muchas emociones juntas. Demasiadas. Y duele.

    "Mía" "Tuyo" Y así fue, como rodé por el piso en posición fetal gritando: BÉSALA DE UNA PUTA VEZ ODAIR.

    "Y ella lo trajo hacia sí, y lo besó" http://25.media.tumblr.com/73db98f98e39e0e69cd4311e81978fa5/tumblr_mlkdj9Z7Of1rlsc7fo1_500.gif AL FIIIIIIIN. Amor. Amor. Y más amor.
    Que conste que si Annie no lo hubiese besado esto de la INSERTEAQUÍALGUNAzone seguía en pie.

    MUY FAN DEL COMENTARIO DE TULIPÁN. Los comentarios de las Fireducks sinceramente pueden conmigo.

    "- Mío – repitió, apenas moviendo los labios."
    Me creerás rara o lo que sea, pero esta parte en particular me gustó demasiado. Por la forma en que me lo imaginé. La expresión de Annie, como si no pudiese creerlo. Ña. Es amor.

    Este es el momento en que no sé que mas decir, excepto: ASNBDFSAMFNLXZCKVJXZCVBLKJSDF WE HAVE THE FUCKING KISS, BITCHES.

    Bueno, eh, ahora tengo la duda de como escribirás la escena de 'Lo Otro'. EHÉ.
    Por cierto, este comentario lo estoy escribiendo en la cama. Bajo las sábanas. MÉEEEEH. SABANAS FOR THE WIN.

    Chispitas.

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    1. Yo escribo bajo las sábanas, ña. En invierno, porque en verano es un PUTO HORNO. MY GOD.
      AND NOOOOOOOW. El esperado beso... En serio, espero que haya sido tan ahdnekjfñ como queríais, porque me costó bastante escribirlo. Tengo como siete borradores sobre 'cómo podría haber sido', so...
      Hate to See Your Heart Break y otras canciones perfectas.
      ÑA, MUCHÍSIMAS GRACIAS, EN SERIIOOOOOO <3.
      A mí me asusta escribir 'Lo Otro'. Ahí lo dejo.

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  4. ooohh me encanta de verdad GENIAL

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