sábado, 9 de noviembre de 2013

Capítulo 64. 'Poema'.

Finnick se sentó en la cama de su lujosa habitación y buscó la carta de Annie que Carrie había dejado en su mesilla. Hacía días que pensaba en abrirla, pero estaba seguro de que habría algo que lo haría romperse si leía las palabras que ella había escrito. Ni siquiera estaba seguro de que fuese una carta de despedida, pero, aún así, no era capaz de enfrentarse a ello.
Con el trozo de papel doblado en las manos, respiró profundamente. Era una hoja arrancada del cuaderno blanco, pero eso ni siquiera le daba una pista. Finnick había visto de todo en ese cuaderno: desde poemas hasta el mundo de Annie salido de su propia cabeza en forma de palabras, dibujos, palabras sin sentido que ni siquiera existían…
La Arena estaba a la vuelta de la esquina, probablemente mucho más cerca. Esa noche eran las entrevistas con Caesar Flickerman, y al día siguiente… Hacía tiempo que no sentía que le quedaba tan pocas horas de vida aseguradas.
‘Ábrelo, descerebrado, maldita sea’, dijo Johanna en su cabeza. Con los dedos temblorosos, Finnick desdobló la nota.
Y lloró.
Pero no lloró como llora un niño que quiere a su madre el primer día de colegio, o como un novio al que le deja su chica. Lloró como alguien que recuerda, y como alguien que ha aceptado que no hay marcha atrás. Porque Finnick sabía que, antes o después, iba a morir en ese estadio, que iba a sacrificarse por ella. Lloró hasta que la tinta del bolígrafo quedó emborronada.
No era solo lo que ella había escrito. Era lo que implicaban esas palabras. Eran recuerdos, era un pasado que no iban a recuperar. Y Annie lo sabía, lo había dejado ver con esa nota.
Así lo encontró Mags, sentado en la cama, con la nota sobre las rodillas y los ojos hinchados. Mags ni siquiera leyó la nota, porque ese era el pasado de ambos, sus secretos, y ella no quería invadirlos. Simplemente se sentó al lado de su hijo, abrazándolo y consolándolo como toda madre haría.
Y así los encontró el equipo de preparación a ambos. Finnick jamás pensó que vería a Carrion tan destrozada como cuando atravesó la puerta. Podía ver en su cara la amargura que le provocaba que quizás esa fuera de las últimas veces que tuviese que ocuparse de él. Mags besó a Finnick en los labios antes de salir por la puerta para que Yaden pudiese prepararla.
-      ¿Qué me tienes preparado para hoy? – dijo Finnick, frotándose los ojos.
Carrie avanzó hacia él y se tiró a sus brazos.
-      Quiero que sepas – comenzó, susurrando en su oído -. Que ha sido un verdadero placer haber estado contigo todos estos años.
Finnick se separó de ella con una sonrisa triste, enjugándose las lágrimas con el dorso de la mano.
-      Bueno, venga, empieza.
Carrie no dejó de llorar mientras lo preparaba.
Una vez estuvo vestido y maquillado lo suficiente como para eliminar la hinchazón de sus ojos, Carrie lo condujo hasta el escenario. Mags ya estaba allí, sentada en un sillón blanco, con un vestido largo de color verde oscuro que contrastaba con los pantalones de él. La mujer hizo un amago de sonrisa antes de que Johanna se pusiera entre ambos.
-      ¿Así que tu estilista sigue sin querer disfrazarte de pez? Vaya decepción.
Finnick sonrió y la abrazó.
-      ¿Cómo lo llevas?
-      Bueno, al menos ahora no soy un árbol. Es un paso adelante.
Finnick agarró el cuello de su vestido con los dedos y puso una cara seductora, a la que Johanna Mason respondió con una mueca de asco.
-      Guárdate eso para ligar con tu yo interior si no quieres que te mate de un hachazo.
-      ¿Serías capaz de cortarme mi hermosa cabeza? – dijo Finnick, fingiendo indignación.
-      No, te golpearía con el mango en ella hasta que quedase deforme. Y no me haría falta mucho trabaj…
En ese momento, se quedó en silencio, mirando con los ojos entrecerrados a la escalera. Katniss bajaba en silencio, con un vestido de novia muy vaporoso y de aspecto pesado, seguida por Peeta, que iba vestido de novio, tal y como se vestían en el Capitolio. Lo primero en lo que Finnick pensó fue que su estilista era macabro. Aunque claro, sabía sacarle partido a la situación. El vestido de novia era una clara llamada de atención al público.
-      No me puedo creer que Cinna te haya puesto eso – dijo, cuando la chica pasó por su lado.
-      No tuvo elección, el presidente Snow le obligó.
Finnick escuchó a Cashmere decir algo, mientras se ponía en la cola. Johanna, que continuaba a su lado, se acercó a Katniss y, enderezándole el hermoso collar, le susurró:
-      Házselo pagar, ¿vale?
Finnick abrió mucho los ojos, pero no tuvo tiempo de replicar. Caesar Flickerman comenzó las presentaciones, interactuando con el público como solo él podía. Entonces, los tributos empezaron a hacer algo que Finnick creía imposible que pudiesen hacer. Él ya había decidido hacia dónde iba a enfocar su entrevista, pero nunca pensó que el resto desviase l aatención de ellos mismos para centrarla en algo mucho mayor. Empezó Cashmere, interpretando a una vencedora preocupada por sus seguidores del Capitolio hasta el punto de llorar por su sufrimiento. Luego Gloss, agradeciendo todo lo que habían hecho por ellos. Y así hasta que, después de una corta entrevista para Mags, en la que apenas habló y, las pocas palabras que emitía, apenas eran entendibles, le tocó a Finnick.
-      ¡Nuestro chico de oro! – gritó Caesar, estrechándole la mano.
Finnick sonrió, mirando al público. Lo tenía en el bolsillo, siempre lo había tenido. El público era suyo, y una simple sonrisa o una sencilla mueca podían tener un efecto estremecedor.
-      ¿Cómo te encuentras, Finnick?
El chico se sentó en la silla y miró al público, poniendo cara de preocupación.
-      Es duro, Caesar. Ver cómo tienes que decir adiós a todo esto, quizá por última vez… - Hizo una pausa, mientras escuchaba cómo comenzaban los llantos en las gradas -. Y tanta gente a la que dejar atrás…
-      Lo es, lo es. Sin embargo – continuó Caesar -, tengo entendido que no eres un chico que mantenga relaciones muy cercanas, ¿verdad? No te entregas fácilmente.
Finnick tragó saliva, sonrojándose.
-      No mucho. No me gusta que lleguen a conocerme verdaderamente, porque entonces, tienen poder sobre mí.
Caesar asintió, cerrando los ojos para dar a entender que lo comprendía.
-      Entonces, ¿no hay nadie que tenga poder sobre ti?
Eso era. Ese era el momento que Finnick había estado buscando, que había esperado. Se llevó una mano al pecho y clavó los ojos en la multitud.
-      Hay alguien.
Un murmullo colectivo se extendió por todas las gradas. ¿Quién sería esa persona que había conseguido llegar a conocer tanto al gran Finnick Odair? ¿Quién habría tenido ese privilegio? Finnick sonrió para sí.
-      ¿Y hay algo que quieras decirle a ese alguien?
Finnick asintió, levantándose. La multitud guardaba un silencio absoluto. Si de algo podían presumir, era que eran un público excelente.
-      De hecho, Caesar, hay muchas cosas que quiero decirle. Pero… ¿qué mejor manera de hacerlo que mediante una poesía?
El público estalló en aplausos antes incluso de que Finnick empezase. El chico sonrió directamente a la cámara, clavando los ojos en el objetivo.
Lo que iba a hacer no era una manera de utilizar lo que sentía para lograr la atención del público. No, no era un mecanismo para lograr patrocinadores. Lo que iba a hacer era algo más profundo, más íntimo, aunque fuese delante de todo el país. Era expresar. Era sentir. Era recordar.
Comenzó a recitar cuando el auditorio se quedó en silencio.

 Si tuviese que empezar,
sería adecuado empezar por el principio.
¿Pero cuál?
¿La primera mirada, el primer roce,
el primer beso?
Los principios están llenos de primeras veces.
Pero mis primeras veces
nunca han sido las tuyas.
No tu primer beso.
No tu primer roce.
Si existe un principio,
no es el primero.
¿Entonces dónde empezar?
Estaba perdido
como nunca nadie lo había estado antes.
Estaba roto
y sintiendo que no merecía la pena.
Y llegaste.
Con tu sonrisa, como una luz,
diciendo que estaba bien.
Que el pasado no daba miedo.
Que solo eran recuerdos.
Que importaba vivir.
Y te creí.
Y por un instante,
estuve cuerdo.
Pero las sombras,
las sombras volvieron,
una y otra vez, rodeándome,
y no supe escapar de ellas.
No esta vez.
Y ahora puede que mueras,
y que muera yo después.
Porque sin ti no me encuentro.
Porque cuando me encontraste,
me encontré a mí también.
Estuve esperando
a que rompieses mi corazón.
Pero no lo hiciste.
No lo haces.
No lo harás.
Te dije una vez
que nos quería infinitos.
Pero ahora ya no estoy seguro
sobre casi nada.
Sobre el principio
o el fin.
Lo único de lo que estoy seguro,
es que tú eres mía
y yo soy tuyo.


Finnick no supo exactamente en qué momento había dejado de sentir que estaba rodeado de personas, que estaba siendo observado por millones de ojos, pero en ese momento, se había sentido con Annie, a su lado, cogiéndole la mano, recitando la poesía que ella había escrito para él. El zumbido y los aplausos ensordecedores fueron lo único que lo sacaron de la ilusión. Finnick vio gente llorando, gritando, desmayándose, y todo por un poema que nada tenía que ver con ellos. Finnick clavó los ojos en la cámara de nuevo, confiando en que Annie estuviese viendo las entrevistas, y trató de decirle con la mirada lo que no podía hacer con la voz. Voy a morir por ti, porque te amo y quiero que seas feliz.
Caesar se despidió de él con un cabeceo, enjugándose las lágrimas, quizá fingidas, con la manga del traje. Finnick se sentó junto a Mags y esperó.
Las entrevistas continuaron, con las súplicas de los tributos, como Johanna, que pidió que se hiciese algo con respecto al Vasallaje, haciendo alusión a la relación entre los vencedores y el Capitolio, o Chaff, que se lo pidió directamente al presidente. Entonces, cuando le tocó salir a Katniss, su vestido se convirtió en un sinsajo de plumas negras, el símbolo de la revolución. ¿Cómo podía ser su estilista tan valiente de haber arriesgado su vida solo para revelarse en el propio centro del Capitolio? Si Finnick hubiese podido aplaudirlo, lo hubiese hecho como el que más. Sin embargo, el plato fuerte llegó cuando Peeta Mellark confesó que, no solo él y Katniss ya estaban casados, sino que además ella estaba embarazada, lo que destrozó al público, que comenzó a gritar en contra de ese Vasallaje. Ni siquiera se escuchó el himno cuando comenzó a sonar.
Finnick le tendió la mano a Mags, que tenía los ojos llorosos, aunque el chico no tenía claro por qué. Igualmente, le dio un apretón de manos y miró al frente. Entonces, sintió la mano de Amal, la vencedora del distrito 5, cerrándose en torno a la suya. Finnick se giró con la pregunta implícita en sus ojos, pero la respuesta no tardó en llegar cuando vio a todos los tributos en fila cogidos de la mano. Eran una unidad, una unidad contra la injusticia del Vasallaje, contra la injusticia del Capitolio. Eran la  rebelión en estado puro.
Cuando comenzó el caos, Finnick supo que tenían que marcharse antes de que fuese a más. Solo podía escuchar los gritos de protesta, los llantos. Tiró de la mano de Mags hacia el ascensor, en el que ya se encontraban Peeta y Katniss, cogiendo a Johanna por el camino, pero unos agentes les empujaron antes de que pudiesen entrar.
-      ¡Eh! – gruñó Johanna, apartándose bruscamente -. ¿Qué crees que estás haciendo?
-      Aquí yo soy la ley – respondió el hombre, llevándose la mano al cinturón.
-      Bueno, y yo voy a caminar hacia la muerte mañana y a ti te da igual, ¿no? Pues eso es lo que me importa a mí que tú seas quien seas.
Finnick tiró de su amiga hasta otro ascensor vacío. Blight se les unió antes de que pudiesen cerrarse las puertas.
-      ¿Qué ha pasado ahí fuera? – preguntó Finnick, rascándose la cabeza.
-      Se han vuelto locos. Están mandando a la gente a casa prácticamente a golpes. Es una locura.
Johanna asintió con una sonrisa. Cuando el ascensor les dejó en el piso cuatro, Mags se giró hacia el chico, cogiéndole por los hombros.
-      ¿A… ie?
-      Sí, Mags, era el poema de Ann.
La mujer sonrió, cerrando los ojos y asintiendo. Finnick la abrazó, sintiendo lo diminuta que era entre sus brazos, y cómo había necesitado casi toda su vida a esa pequeña mujer.
-      ¿Puedes dormir conmigo hoy?
Mags ni siquiera asintió, simplemente tiró de la mano del chico hacia su habitación.
Y esa noche, Finnick durmió con su madre, pensando hacia dónde se dirigía y todo lo que dejaba atrás.

2 comentarios:

  1. Vale, llevo muchísimo tiempo sin comentar, I know. Sorry, fuck… Shit, Ala. Disculpa original. ¿Se acepta?

    Bueno, man… en primer lugar, gracias por el capiduck de mi cumple, jopé. Just ña. Es que un capiduck era muy necesario. Sep.

    (CBLO ftw), ehé. Man, no tengo imaginación para comentarios. Shit.

    La cosa es… La carta/poema/alsfnasl/amor/cosa porno de Annie. Seh, porno. Why not. Man, ha sido el mejor poema que existe y existirá en toda la historia de la humanidad y el argumento de cualquier otra persona es inválido. In the face.

    «Estuve esperando
    a que rompieses mi corazón.
    Pero no lo hiciste.
    No lo haces.
    No lo harás»

    Fucking persona ña. Fucking adelanto perfecto. Fucking todo. Man, no sé cómo pretendes que viva y haga cosas con Annie escribiendo esto. No sé. Es que me llega muchísimo todo lo que escribe y muero de amor y todo a la vez y así uno no puede fangirlear adecuadamente.

    Johanna…. MEHMEHMEHMEHMEH. Get it? Ay. 'Make them pay for it' OH, JO, SHE FUCKING WILL, WON'T SHE? Todos sue commentaries son tan geniales. Ahí lo dejo.

    Y Mags. Man, WHY, MAGS, WHY. En el libro ya me fastidió mucho, pero ahora voy a sufrir más que nunca y no sé. Béh. El «Finnick durmió con su madre» me mató mucho.

    Luego Katniss y Peeta apareciendo como si tal cosa, y el 'si no fuera por el bebé :0000000', ftw. Mucho. No sé cómo lo ves. Luego está cuando el público se altera y todos los tributos se cogen de las manos y… Yo morí´mucho con ese momento. Ay. Why so peeeeeerfect?

    Luego está Carrie llorando por Finnick y… Man. Y Finnick llorando por Annie. Y todo, y… No puedo. Finnick es la injusticia mayor jamás expresada. If you know what I mean.

    Ahora me paro a pensar en que el siguiente capiduck va a ser el de Annie, y Finn se va a la Arena… God. Eso va a ser aún más destructivo, y ya no sé si eso existe, so… Consejo para las Fireducks: Stay alive. holy shit lo que vamos a sufrir hasta Navidades, holy shit.

    Por cierto, la foto del final era muy predecible… Pero no por ello menos perfecta. Ña.

    PD: ÑAÑAÑAÑA las entrevistas ÑAÑAÑAÑAÑA.
    MASON, BITCHES.

    Love always,
    Shen.

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  2. Definitivamente me encanta lo que escribes...

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