lunes, 6 de enero de 2014

Hello Cold World.


* ¡Hooooooola, pequeños! Espero que los Reyes hayan venido cargaditos este año para vosotros. Y si no, bueno, aquí os dejo un regalito. Sé que es corto, muuuuuuuuuy corto, pero lo encontré el otro día y bueno, me apetecía compartirlo con vosotros. Creo que se nota perfectamente por qué está influenciado. Espero que os guste, ña*.

Bien, imaginemos esto. Vivimos en un cuento de hadas, dónde todo es perfecto. Las brujas se convierten en cenizas, las princesas llevan vestidos largos y zapatos caros de tacón, los príncipes azules llegan a recogerlas en su caballo blanco, los hechizos se curan con un beso de amor verdadero, hay cerditos arquitectos, lobos superdotados que saben hablar, hadas que cambian el mundo con su varita mágica, enanitos enfadados que cambian sus picos y palas por canciones, zapatos de cristal a media noche, patos que se convierten en cisnes, niños que no quieren crecer, esculturas de madera de pino que cobran vida, ballenas que no muerden cuando tragan, chicas buenas maltratadas que siempre acaban con todo lo malo, calabazas que se convierten en carrozas, ratones diseñadores, mundos de paz y amor, donde siempre se vence al mal.
Ahora, quizás tú prefieras vivir imaginando un mundo así, mágico. Un mundo como ése, dónde todo siempre acaba siendo bueno. Quizás lo hagas porque tu vida real es demasiado trágica o porque no puedes aceptar que vivimos en un mundo frío. Sí, en un mundo donde lo bueno escasea, dónde lo perfecto es lo único que importa y, de hecho, hay demasiada poca perfección. Un mundo donde no hay ni princesas, ni las brujas se destruyen siempre, ni los príncipes son azules, ni los besos curan heridas, ni la gente cambia el mundo con una varita mágica. Porque es muy bonito decir “Ella cayó en un sueño profundo, el príncipe vino a rescatarla…” y el resto ya lo puedes imaginar. También es muy lindo decir “Los tres cerditos construyeron una casa de ladrillo y el lobo sopló y sopló, pero la casa no tiró”. Y todas hemos soñado con ese zapato de cristal a media noche, hemos mirado las calabazas pensando en la genial carroza de cenicienta y hemos buscado hámsters que pudiesen zurcir un trozo de tela, aún sabiendo perfectamente que la realidad no es ni por asomo así. O bien has sido un pato toda tu vida y cada cumpleaños, al soplar una vela, has deseado ser un cisne.
Honestamente, prefiero vivir en este mundo frío. Porque un mundo mágico o un cuento de hadas nos hacen soñar y cuando caemos, el golpe duele muchísimo más y nos congelamos de frío. En cambio, yo acepto esta sociedad congelada, porque si lo bueno escasea, esa escasez merece el doble la pena. Y si lo perfecto es lo único que importa, bien, quizás yo no soy perfecta, pero estoy trabajando en ello. Y no, no hay ni princesas felices, ni las brujas mueren, ni los príncipes son azules, ni los besos curan heridas. Pero hay gente feliz que no le importa si las brujas les joden la vida, si tienen una vida de princesa, si los príncipes son de colores o si los besos sanan, a la que no le importa si hay vestidos preciosos, zapatos de cristal o hadas. Gente que se conforma con tirarse en la cama, con una sudadera, vaqueros y zapatillas, con su grupo favorito en los oídos y gritándole al mundo: Sí, hola, mundo frío.



3 comentarios:

  1. Hay tanto Paramore que... MAN.
    Me ha molado *yo resumiendo el comentario al máximo desde la biblioteca*
    PFFFFFFFJAJAJAAJAJA Vale, no resumo tanto.
    Tengo que decir que yo nunca he soñado con calabazas ni hámsters, pero por el resto estoy muy de acuerdo, intento de filósofa (?)
    También cabe destacar que hay patos que no quieren convertirse en cisnes (?????)
    Ña, felices Reyes, pipiola.

    ResponderEliminar
  2. Here I am... A las 23:32, no creo que sea coicidencia.
    Sólo comento en plan hey, aquí estoy, leyendo el apartado de 'otros' again. Y así cada par de semanas porque es demasié. Y sí, esto forma parte de la transformación de ánimos hacia la escritura. Srsly, I need more of this shit.
    Bye.

    ResponderEliminar