sábado, 8 de marzo de 2014

Capítulo 81. 'Verde mar'.

-      Ellos…
Se le quebró la voz. Finnick la miraba con ternura, como si no hubiese ser más perfecto en el planeta, pero ni siquiera esa mirada le daba la confianza suficiente para hablar de lo que había pasado en casa. Respiró hondo y volvió a intentarlo.
-      Le golpearon. Me querían a mí. Le pegaron y yo… Ellos lo…
Finnick la abrazó. Estaba sentada en una silla de ruedas, vestida con un amplio camisón gris. Hablar con Finnick era parte de la terapia que su médico le había mandado, aunque ella no lo tomaba como tal. Para ella, todo en Finnick era sanador.
Habían pasado días desde que había sido rescatada. Johanna estaba en la misma habitación que ella, y tampoco las habían sacado del hospital. Annie se separó de Finnick y lo miró, limpiándose las lágrimas.
-      Él me estaba protegiendo y yo… No pude…
Finnick le puso un dedo sobre los labios, acuclillado a su lado. Él también tenía lágrimas en los ojos. Pero él no lo había visto, no había escuchado el disparo. Annie se tapó los oídos. El disparo seguía repitiéndose, así como los gritos de dolor de Johanna y de Peeta, y los extraños sonidos del avox que habían torturado.
Finnick le cogió las muñecas con mucho cuidado, evitando rozarle las vendas, y le apartó las manos de las orejas, obligándola a mirarlo.
-      Lo sé, Annie…
-      No lo sabes – lloriqueó ella -. Ha sido… Nada de lo que te hayan dicho es…
Finnick bajó la cabeza, sin separar los labios de sus manos. Annie se miró los brazos, llenos de agujas que la mantenían enganchada a bolsas de morflina, y vendas que cubrían las rozaduras y los cortes.
-      Sabes que puedes contármelo – susurró Finnick -. Estoy aquí.
Ella lo miró con  ternura, pestañeando para eliminar las lágrimas. Finnick también había vivido un infierno. Primero los Juegos, el reloj de los horrores. Haymitch Abernathy le había contado cómo Finn había pasado los dos meses que había estado confinada en el Capitolio, haciendo nudos y casi tan inestable como ella.
O al menos, eso ponía en la pulsera de plástico blanco que tenía sobre las vendas.
-      Cuando estés preparada – continuó él -. Lo que sea.
Annie le sonrió. Su Finnick. Ni siquiera le había besado, porque le bastaba con poder verlo y tocarlo. Annie observó cada zona de sus ojos verdes, oscurecidos por todo lo que había pasado, pero igual de bellos. El chico le sonrió.
-      ¿Qué hacemos ahora?
La chica se mordió el labio. Quería ir a ver a Johanna, pero Finnick, que la visitaba diariamente varias horas, le había dicho que pasaba la mayor parte del tiempo dormida o drogada. Él solo se limitaba a estar con ella, y Annie se lo agradecía. No hay nadie que se preocupe lo suficiente para querer sacarme de aquí, eso era lo que había dicho mientras estaba en su celda. Annie tragó saliva, eliminando esos pensamientos. No podía pensar en eso, no debía, porque si lo hacía…
Annie cerró los ojos con fuerza.
-      Bueno – musitó Finnick, acercándose -, a mí se me ocurren un par de cosas…
La piel de Annie empezó a arder. Finnick presentaba esa media sonrisa que hacía derretirse a medio país y que la hacía explotar a ella. Annie extendió las manos hasta tocar su cara.
-      ¿Y a ti, Ann?
Annie sonrió y se inclinó para besarlo.
Hasta ese momento, no se había dado cuenta de lo mucho que había echado de menos eso. Cuando sus labios rozaron, se sintió completa, como si hasta ese momento le hubiese faltado una pieza. Y así era. Annie enredó los dedos en su pelo, atrayéndolo hacia sí. Finnick subió a la cama sin dejar de besarla, poniendo las manos en su cintura con una seguridad que le recordaban al antiguo Finnick, el chico que había dedicado gran parte de su vida solamente a ella. Finnick le recorrió la línea del mentón con los labios, sin dejar de acariciarla como si fuese de cristal. Annie lo abrazó. Estaba ahí, era real. Todos los momentos que habían vivido antes del anuncio del Vasallaje regresaron a su cabeza, ahogando los recuerdos más recientes.
Y, de repente…
-      Cásate conmigo – susurraron los dos a la vez.
Finnick se separó, con los ojos muy abiertos. Annie rió, besándole la clavícula a través de la tela del camisón.
-      Cásate conmigo – repitió.
El chico cerró los ojos, moviendo los labios para sí mismo. Annie se apoyó sobre la almohada, mirándolo fijamente. Finnick estaba serio, casi sorprendido. Se inclinó hacia ella, acariciándole el cuello con la punta del dedo.
-      Sí – dijo, más para sí mismo que para ella -. Sí.
La besó con necesidad, con una mano apoyada en la almohada junto a su cabeza. Annie desplazó las manos desde su cuello hasta los dedos del chico y los entrelazó, acariciándole la nariz. Finnick metió una mano debajo de su camisón, rozándole la piel desnuda de la espalda. Se separó, con las cejas levantadas.
-      ¿Estás bien?
Annie sonrió. No recordaba las heridas, ni las quemaduras. No recordaba lo que había pasado en un período de tiempo muy largo. Asintió, besándole los nudillos.
-      Annie…
-      Finnick – musitó ella -. Por favor.
Finnick se inclinó, besándole la nariz, y sonrió.
Los días siguientes fueron una locura. Annie iba a todos lados agarrada a Finnick, que organizaba la boda como podía con Plutarch. Sin embargo, el hombre estaba mucho más preocupado que ellos por el acontecimiento. Finnick le contó que Plutarch quería grabar la boda para mostrarla a todo el país. Annie siempre asentía. Para ella, no existían ni las cámaras, ni los preparativos, ni los invitados. Para ella, solo existía la certeza de que ambos iban a estar juntos y a salvo.
-      Plutarch, nos da igu…
-      ¡No! – replicó el hombre, agitando la mano -. ¡Tenemos que hacer esto bien! ¡Y necesitáis…!
Annie no quería saber qué más necesitaban. Johanna Mason estaba fuera, mirándose las uñas apoyada en la pared del pasillo. Annie se acarició el pelo y salió a verla.
-      Vaya – gruñó Johanna, levantando la vista con desgana -. Pero mira a quién tenemos aquí.
-      Jo…
Ella sonrió. Annie se relajó de inmediato, lanzándose a darle un abrazo. Johanna tardó en devolvérselo.
-      ¿Es que no pensabais decirme que os ibais a casar o qué, descerebrados?
Annie sintió la sangre subirle a las mejillas con una rapidez inesperada. Johanna le dio una ligera palmada en el brazo y sonrió, dándole la mano.
-      Gracias.
-      ¿Por qué? – preguntó Annie, dándole un apretón.
-      Por no dejarme morir allí.
La chica bajó la mirada.
-      Ni tú a mí tampoco.
Johanna le soltó la mano, borrando la sonrisa pero sin abandonar sus rostro de satisfacción. Annie se dio cuenta de que tenía los ojos un poco nublados. Drogas. Probablemente, estaba enganchada a la morflina. No la culpaba.
-      Bueno, entonces… ¿tendrás que encontrar un nuevo vestido, no? No puedes casarte con esta… - Johanna cogió el borde del camisón y dio un tirón – cosa.
-      ¡Vestido, sí! – gritó Plutarch desde el interior de la sala -. ¡Necesitamos vestidos!
-      Yo puedo arreglar eso.
Annie se giró, mirando por encima del hombro de Johanna. Su amiga dio un suspiro y se giró. Katniss Everdeen estaba frente a ellas, con un traje gris y una rozadura en la mejilla. Finnick le cogió la mano a Annie y le dedicó a la chica en llamas una sonrisa, acompañada por el gesto de confusión de Plutarch.
-      Quedan vestidos de… - Katniss tragó aire – Cinna en el 12. Seguro que alguno es para ti.
Annie volvió a sonrojarse. Nunca había hablado con Katniss, pero ella había estado con Finnick mientras Annie había estado en el Capitolio. Le debía eso.
-      ¿Podrías acompaña…? – comenzó Plutarch, señalando a Annie con el pulgar.
-      Sí, por supuesto. Dadme un aerodeslizador.
-      Bueno, Annie – susurró Johanna, pasándose una mano por la cabeza rapada -. Vamos a ponerte guapa.
Katniss dejó la mano suspendida en el aire, mirando a Finnick de reojo. El chico asintió y soltó a Annie, dándole un ligero empujoncito en la parte baja de la espalda.
-      ¿Vamos? – dijo Katniss, extendiendo la mano.
Annie se la cogió y, tras recibir un apretón, la siguió hasta el aerodeslizador. Katniss se sentó junto a ella sin soltarle la mano. Annie lo agradecía, aunque no sabía muy bien quién se apoyaba más en quien. Katniss había perdido a Peeta, o eso había dicho Haymitch, lo que la había dejado completamente vacía. La había visto más de una vez caminar sin rumbo, con la mirada perdida. Y se sentía mal caminando de la mano con Finnick mientras Katniss estaba sola.
-      ¿Tienes algo en mente, Annie?
Annie la miró a los ojos. Eran grises, de un color que ya había visto antes, unos días atrás, en… Hawthorne. El soldado de pelo oscuro y ojos grises que había irrumpido en su celda. Annie continuó observando a Katniss. ¿Era ese su primo, el de la foto que Peeta le había enseñado en la Arena? Pero parecía más mayor, más…
-      ¿Annie?
La chica volvió a la realidad, meneando la cabeza. Katniss seguía a su lado con la cabeza ladeada, esperando una respuesta a una pregunta que Annie no recordaba.
-      ¿Tienes… algo en mente? ¿Para la boda?
Annie sonrió, bajando la mirada. La boda. Iba a casarse. Ni siquiera diciéndolo parecía verdad.
-      No – dijo, escondiendo la cara entre mechones de pelo -. Yaden, mi estilista, hacía unos vestidos preciosos, pero…
Yaden. Si habían matado a Dexter y casi a Margaret, ¿qué habría sido de Yaden y Carrion? Annie se llevó las manos a la cabeza. Yaden, con su sonrisa cómplice y sus manos capaces de poner el mar sobre la tela.
Las manos de Katniss se cerraron alrededor de las muñecas de la chica quitándole las manos de las orejas, igual que hacía Finnick con ella.
-      Bueno – dijo la chica en llamas, visiblemente incómoda -, Cinna también hacía vestidos increíbles. Te van a encantar.
Annie rió, poniéndose el pelo detrás de la oreja.
-      Vale. Pero un vestido sin llamas.
Katniss la miró, incrédula, y luego sonrió.
-      Sin llamas.




1 comentario:

  1. Frases destacadas:
    "Finnick presentaba esa media sonrisa que hacía derretirse a medio país y que la hacía explotar a ella."

    "Y, de repente…
    - Cásate conmigo – susurraron los dos a la vez. " No sé si se puede ser más cuqui. Absolutamente adorable.

    Y finalmente la interacción entre Katniss y Annie, ha sido raro porque es como si Katniss sobrara en la historia de Finnick (y Annie). Supongo que es porque ella ya ha tenido tres libros (?)

    PD: Me encanta estar un tiempo sin leer y que ahora me esperen varios capítulos de golpe.

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