jueves, 24 de julio de 2014

Skins. 'Copos de nieve' (Parte II).


Tres años antes.

Naomi se encogió de hombros. La profesora la miraba por encima de las gafas, con las manos colocadas a ambos lados de la cadera, mirándola fijamente mientras esperaba la respuesta. 
-      Vamos, señorita Campbell. Dimos esto la semana pasada.
Naomi se miró las manos, mordiéndose el labio inferior. El haber llegado nueva al colegio tampoco contribuía a que sus nervios disminuyesen. Sentía las manos levantadas a su alrededor, con la respuesta en la punta de la lengua, mientras ella estaba atravesando un infierno para averiguarla.
-      No… no sé – respondió, soltando todo el aire.
-      Siéntese – suspiró Mrs. Smith, anotando algo en su libreta amarilla.
El timbre sonó sobre sus cabezas. Naomi se levantó guardando los libros en su vieja y descolorida mochila llena de chapas y adornos que había ido guardando a lo largo del tiempo. Los alumnos pasaban en grupos a su lado, desternillándose de risa o quejándose por los deberes. Pero nadie se detenía a susurrarle la respuesta o a decirle que no pasaba nada, que estaba bien, que todo el mundo tenía un fallo. Nadie nunca se detenía.
Hasta ese día.
-      Mil cuatrocientos noventa y dos.
Naomi se giró de golpe. Frente a ella estaba una niña muy bajita, con el pelo castaño oscuro. Dos enormes ojos oscuros adornaban su cara, en contraste con lo diminutos que eran sus labios.
-      Yo tampoco lo recordaba, si te sirve – admitió la chica, tendiéndole la mano -. Emily.
Naomi la miró fijamente. Emily tenía la clase de expresión que te hace confiar en esa persona. Dulce, el tipo de rostro que imaginas en una buena persona. Naomi sonrió, por primera vez desde que había empezado las clases en ese nuevo colegio.
-      ¿Emily?
Ambas se giraron. Una niña idéntica a Emily corría hacia ellas, con un bolso que golpeaba su cadera. Naomi levantó las cejas, mirándola de arriba abajo. Si Emily parecía alguien de confianza sin conocerla, su idéntica parecía alguien capaz de juzgarte solo viendo tus calcetines. La niña llegó hasta ellas y, dedicándole a Naomi una sonrisa falsa, tiró de su gemela, arrastrándola pasillo abajo.
Naomi cerró su mochila casi con furia. Cuando sus padres se habían divorciado, a ella no le había parecido mal. Podría pasar un mes en casa de cada uno, yendo al mismo colegio, saliendo con los mismos amigos. Su vida no tenía por qué cambiar drásticamente. Pero su padre había desaparecido de sus vidas, sin dejar una dirección o una carta a la que aferrarse, como si la tierra se lo hubiese tragado. Su madre no podía mantener la vida que llevaban antes, la casa, el coche, el colegio de Naomi. Así que había vendido los dos primeros y se había marchado a Bristol, donde había conseguido una casa mucho más modesta, una bicicleta y un colegio mil veces más barato y asequible para su hija, que lo había aceptado todo a regañadientes. Sin embargo, que lo aceptase no quería decir que lo estuviese disfrutando.
Había dejado a sus amigos en Londres, aunque hablase con algunos de ellos casi constantemente. Y hacer nuevos amigos en Bristol la hacía sentirse como si hubiese regresado a la guardería y tuviese que empezar de cero.
Y justo cuando alguien se había acercado, se había atrevido a hablar a la niña nueva, había aparecido una hermana gemela que era todo lo contrario a ella para alejarla. Y eso le parecía tremendamente injusto.
Naomi salió del colegio, sintiendo la mochila golpearle la parte baja de la espalda. Fuera nevaba, pero no eran copos grandes, sino esa clase de copos que caen sobre tu piel y se deshacen con el simple calor corporal. Apenas se había cuajado, pero el suelo estaba cubierto por una fina capa de hielo.
-      ¡Hey!
La niña se giró. Emily corría tras ella, con una enorme mochila azul dando tumbos en su espalda. De repente, uno de los pies de la chica resbaló y Emily cayó sobre su mochila, soltando un pequeño grito. Naomi caminó hacia ella, casi patinando.
-      ¿Estás bien? – preguntó mientras la ayudaba a levantarse.
Emily asintió colocándose de nuevo el gorro rosa que llevaba sobre la cabeza.
-      Perdona por lo de antes – dijo, mirándose los pantalones mojados -. Mi hermana a veces puede ser un incordio.
-      No hace falta que lo jures – Naomi sonrió, sintiendo las mejillas congeladas por el frío -. Naomi, por cierto.
Emily le devolvió la sonrisa. Las mejillas y la nariz de la chica estaban enrojecidas por el frío.
-      Ya, ya lo sé.
Naomi sintió cómo su cara entraba de repente en calor. Emily no apartaba la mirada ni borraba la pequeña sonrisa que sus labios habían dibujado en su cara.
-      ¿Ibas a casa? – preguntó Naomi, subiéndose la bufanda hasta la nariz para ocultar su timidez.
-      Tendría que esperar a mi hermana, pero está ocupada con… bueno.
Naomi miró a Emily. Un diminuto copo había caído en las pestañas de su ojo derecho y amenazaba con no derretirse. Naomi sintió un irrefrenable deseo de alargar la mano y quitárselo, pero no podía ir por la vida acariciándole el ojo a gente que acababa de conocer. Se obligó a guardar la mano en el bolsillo del abrigo.
-      ¿Vamos? – preguntó Emily, empezando a andar.
Naomi la siguió, colocándose a su lado hasta que sus hombros chocaban.
-      ¿Eres de aquí, de Bristol? – preguntó Emily, golpeando el suelo con sus zapatos verdes.
-      Londres – respondió Naomi -. Pero ahora estoy aquí con mi madre. Nos acabamos de mudar.
-      ¿Por qué?
La niña guardó silencio. ¿Cómo contarle a una niña que acababa de conocer y que amenazaba con convertirse en su única amiga en aquella ciudad tan diminuta comparada con Londres que su padre las había abandonado llevándose con él la vida que habían tenido siempre?
-      Trabajo. Mi madre, ella… Bueno, ha tenido, hemos tenido que mudarnos.
-      Mi padre tiene como una cadena de gimnasios aquí, en Bristol. Pero mamá tiene un trabajo como más serio. No sé exactamente que es, pero también viaja mucho.
Naomi escuchaba a Emily con una atención que le había prestado a muy poca gente en sus doce años. Le gustaba escucharla hablar. Le gustaba lo mucho que usaba la palabra ‘como’. La hacía sentirse bien tener a alguien a su lado que no la trataba como si fuese un extraterrestre.
Mientras andaban, Naomi descubrió que la hermana de Emily, Katie, era una niña engreída y superficial, la favorita de su madre. Emily sentía que ella nunca era suficientemente buena para su madre, mientras que Katie lo era demasiado. Sin embargo, no lo decía con envidia, sino como un hecho. Y eso le gustaba. La sinceridad con la que contaba las cosas, como si no le disgustase el hecho de querer ser tan trasparente como el agua.
-      ¿Qué hay de ti? ¿Tienes hermanos?
-      No, no… Creo que mi madre ya tiene bastante conmigo.
-      Claro, eres como… demasiado diva, ¿no, Naomi Campbell?
Naomi soltó una carcajada a la que Emily no tardó en unirse.
-      Si supieses las veces que he tenido que soportar bromas de ese tipo, no las harías.
Emily alargó un dedo desnudo hacia su cara, pasándoselo por la mejilla. Naomi se alejó, sonriendo, pero la niña parecía triste, mirándose el dedo.
-      Vaya, que pena. No es maquillaje.
Naomi la empujó levemente con el hombro, riendo de nuevo. No se sentía en Londres, pero se sentía bien. Cómoda. Y eso ya era algo.
-      Tengo que irme – dijo de repente Emily, parándose en seco -. Vivo en esta calle.
-      Oh – Naomi bajó la mirada hacia el suelo, mirándose las gastadas zapatillas Converse que su padre le había comprado antes de cambiar su vida -. Vale. Nos vemos mañana entonces.
-      Sí, genial.
Emily le dedicó una sonrisa sincera, de esa clase de sonrisas que te demuestran que esa persona merece la pena. Naomi se la devolvió, por detrás de la bufanda. Las pestañas de la niña se habían cubierto de copos de nieve.
Justo en ese momento, cuando ambas se giraban para seguir caminos opuestos, Naomi chocó contra algo. O mejor dicho, alguien, como demostró el grito que pronunció Katie antes de caer al suelo.
-      Perdona, lo… lo siento – se disculpó Naomi, extendiendo la mano por segunda vez en la misma tarde.
Katie la miró con odio desde el suelo, levantándose sin cogerle la mano, y empezó a gritarle a su hermana en un idioma extraño, parecido al japonés. Naomi levantó las cejas, extrañada. Emily no había mencionado nada de que supiese hablar otros idiomas con total fluidez.
Katie corrió hacia Emily y la arrastró por la calle, tirando de su pequeña mano. Emily solo miró hacia atrás una vez, dedicándole a Naomi una mirada de disculpa, para dejarse llevar mientras le contestaba a su hermana en el mismo idioma.
Cuando Naomi llegó a casa, lo primero que percibió fue el olor, el fuerte olor de la marihuana cultivada que su madre fumaba antes de que ella llegase de clase. Naomi dejó la mochila en la entrada y se dirigió a la cocina, que estaba llena de humo. Junto a su madre había un hombre con barba, sin camiseta, que fumaba con los pies sobre la mesa. Naomi le miró los pies con asco, antes de dirigirse hacia su madre.
-      ¿Mamá?
-      Sube a hacer los deberes, cariño. Luego hablamos.
El hombre barbudo soltó una carcajada.
-      ¿Por qué no se queda y le das uno también?
Gina Campbell estalló en risas, golpeando a su compañero con el puño en el pecho.
-      No seas gilipollas, es una niña.
Naomi puso los ojos en blanco y subió a su habitación. Sin embargo, no se preocupó por los deberes, o por estudiar, como habría hecho normalmente, sino que se tumbó en la cama y cerró los ojos.
Le gustaba Emily. Se imaginaba yendo juntas al parque a comer helado en verano, o haciendo carreras de bicis por el puerto. Sabía que podían ser buenas amigas. No le aburría escucharla hablar, ni le molestaba su tono de voz. Además, era la única persona que se había atrevido a hablarla, a pesar de ser el bicho raro de la clase.
Le gustaba Emily Fitch.
Sin embargo, esa sería la última vez que hablaría con ella.
Hasta tres años más tarde. 

1 comentario:

  1. "¿Estás bien? – preguntó mientras la ayudaba a levantarse."
    "¿Ibas a casa? – preguntó Naomi, subiéndose la bufanda hasta la nariz para ocultar su timidez."

    Vaaaaaale, no son preguntas realmente importantes ni nada por el estilo, y puede que no cuenten. Pero es todo el fallo que le puedo sacar al fic y quería compartirlo.

    Es todo super bonito. Es que te imaginas a Ems y la ves tan cuqui que... Ay. Normal que le guste.

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